Por: Darío Valle Risoto
deambulan los solitarios abandonados
amargados fantasmas del destino
desposeídas almas negras más no diabólicas.
Son los adolescentes de la oscuridad
que lastimados por las hordas de la destrucción,
encuentran en los cementerios
la gloria de una gótica melodía
y la mano blanca de sus dulces mujeres.
Practican sus orgasmos victoriosos
para escapar de esta angustiosa vida
donde los hombres violan la ley
de toda naturaleza posible
y de toda postrer ansia de gloria.
Efímeras sus vidas se inmolan en tumbas
porque antes de la muerte están vivos
y entre los muertos en vida viven
con sus góticas sedas y adornos metálicos.
Brillan eternos en la noche más longeva
y en el vientre de sus dioses frágiles
le sonríen a la Luna de todos los cuervos.
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