La Porta del vento
Por: Darío Valle Risoto
Hay veces que una película es tan buena que no se como comenzar estos comentarios, de verdad, este es otro caso donde Giuseppe Tornatore continúa dándonos el enorme placer de despegar a una Italia de la época fascista y seguirle la vida a su protagonista el niño Pepinno, pero como corresponde en estas grandes obras maestras del cine realista de Italia. Ya sucedió antes con Cinema Paradiso y muchas de sus joyas que vivencian la naturalidad de lo tragicómico de un mundo donde se conjugan diversos elementos para pintarnos una gran diversidad de pequeñas historias cotidianas donde lo terrible de la pobreza y el desamparo es aderezado con ese humor irónico que solo puede provenir de este país de muchas maneras insólito.
Múltiples claroscuros que le dan a la vida de un muy humilde hijo de un pastor de ovejas el protagonismo de ser a la vez partícipe y espectador de los cambios de su querida ciudad de Baaría en Sicilia. Habremos de ver su experiencia en el amor, la muerte, el ascenso y descenso del fascismo y de pronto me pasó y espero que les pase a ustedes, que me involucré tanto en este mundo que hasta sentí el clima y los olores de estas tierras donde la aventura de vivir va desde el juego de trompos entre niños hasta robarle limones a un rengo o tratar de conquistar a la novia de su vida como así pertenecer a un partido comunista que le da más penas que satisfacciones.
Pepinno es un hombre común y corriente que vive lo mejor que puede su aventura personal de vivir y la sabia dirección de Tornatore nos atrapará desde el primer al último segundo.
No les quiero contar nada, de ustedes será el placer de ver este magnífico portento del cine italiano que es un regalo para todo el que tenga sensibilidad, humor y quiera crecer un poco más como ser humano.
Probablemente sea casi una continuación de “Malena”, no por tratar los mismos personajes aunque por allí aparece Mónica Bellucci, sino porque tiene esa misma magia.
Por: Darío Valle Risoto
Hay veces que una película es tan buena que no se como comenzar estos comentarios, de verdad, este es otro caso donde Giuseppe Tornatore continúa dándonos el enorme placer de despegar a una Italia de la época fascista y seguirle la vida a su protagonista el niño Pepinno, pero como corresponde en estas grandes obras maestras del cine realista de Italia. Ya sucedió antes con Cinema Paradiso y muchas de sus joyas que vivencian la naturalidad de lo tragicómico de un mundo donde se conjugan diversos elementos para pintarnos una gran diversidad de pequeñas historias cotidianas donde lo terrible de la pobreza y el desamparo es aderezado con ese humor irónico que solo puede provenir de este país de muchas maneras insólito.
Múltiples claroscuros que le dan a la vida de un muy humilde hijo de un pastor de ovejas el protagonismo de ser a la vez partícipe y espectador de los cambios de su querida ciudad de Baaría en Sicilia. Habremos de ver su experiencia en el amor, la muerte, el ascenso y descenso del fascismo y de pronto me pasó y espero que les pase a ustedes, que me involucré tanto en este mundo que hasta sentí el clima y los olores de estas tierras donde la aventura de vivir va desde el juego de trompos entre niños hasta robarle limones a un rengo o tratar de conquistar a la novia de su vida como así pertenecer a un partido comunista que le da más penas que satisfacciones.
Pepinno es un hombre común y corriente que vive lo mejor que puede su aventura personal de vivir y la sabia dirección de Tornatore nos atrapará desde el primer al último segundo.
No les quiero contar nada, de ustedes será el placer de ver este magnífico portento del cine italiano que es un regalo para todo el que tenga sensibilidad, humor y quiera crecer un poco más como ser humano.
Probablemente sea casi una continuación de “Malena”, no por tratar los mismos personajes aunque por allí aparece Mónica Bellucci, sino porque tiene esa misma magia.
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