Ese Paisito de mentira de los Uruguayos
Por: Darío Valle Risoto
Hace mucho tiempo me llama poderosamente la atención esa nostalgia que sienten los uruguayos por este país cuando viven en el exterior o simplemente se van de viaje por un tiempo. Es curioso porque esta tierra no se caracteriza por un fuerte sentido de lo nacional aunque en los últimos tiempos, mundial de futbol mediante, hay una preocupante (Para mí) exacerbación de un sentido nacionalista.
Por otro lado nunca creí en ese país artificial de gente amigable y solidaria que hemos fabricado en nuestras cabecitas a fuerza de repetir continuamente consignas como aquella de que somos amigos de nuestros vecinos y entablamos fácilmente conversación con cualquiera a diferencia de lo que parece suceder en otras tierras.
Criado con una mente bastante globalizada gracias a una madre que trabajó como doméstica de extranjeros: usamericanos, Franceses, Ingleses, etc. Siempre imperó en mi una cultura global y un sentimiento de encontrarme como un extraño en tierras extrañas entre mis “compatriotas” Me refiero a que nunca sentí que los uruguayos tuvieran mejores condiciones de amigabilidad que los extranjeros ni que este “Paisito” fuera realmente excepcional, pero confieso que poco e viajado y solo me sostengo en conversaciones con personas que han vivido o estado en el exterior muchos años.
Por lo tanto estoy absolutamente convencido que la nostalgia de vivir en el exterior les ha hecho fabricar a los uruguayos una tierra utópica muy diferente de esto que me toca vivir a diario y que nada tiene de paraíso o tierra prometida, tampoco pretendo desmerecer alguna virtud que será más o menos la misma que en otros puntos del planeta.
Acaso el primer escollo para integrarse a nuevas sociedades y culturas sea esa fuerte impronta de ser un estandarte viviente de aquellas costumbres que hacen al acerbo cultural y folclórico de esta parte del mundo y entonces lo mismo que los uruguayos añoran por no tener, evita que se inserten definitivamente en otros países.
Mostrar con orgullo nuestros cultores de la música, el deporte u otras áreas no nos hace nada especiales y solo tendremos el mérito de algunas características particulares como cualquier país del planeta, todas las naciones tienen sus matices y colores y no hay una sola en este mundo que no tenga algo que compartir con el resto. Poco importa si algo nació aquí o en Katmandú si nos gusta solo eso lo hace válido.
Creo que hay una certera posibilidad de conseguir buenos amigos o gente despreciable en todos los rincones del planeta y que es bastante simplista ese deseo absurdo de que a fuerza de repetir constantemente factores nacionalizantes que realmente no existen, nos forcemos a fabricar una identidad que realmente es innecesaria.
Los uruguayos en el extranjero en su mayoría viven arrastrando nostalgias de cosas que en este país si alguna vez estuvieron vigentes ya no existen o se idealizan factores absolutamente artificiales. Montevideo se cae de mugre, la gente es cada vez más ordinaria y maleducada, tenemos un gobierno de izquierda que miente como cualquiera de derecha, continuamos reivindicando un mundial de futbol de hace sesenta años como si fuera algo extraordinario, nos queremos hacer creer que podemos salir a caminar seguros por la calle mientras la mendicidad, la delincuencia y el desempleo siguen agravándose y podría seguirles mencionando un montón de factores que son tan reales en mi deambular diario por este país como los de cualquier hijo del tercer mundo.
No me parece que un boludo que toma mate todo el tiempo, escucha murgas, cumbias y candombe y que además cada día procura ser un ignorante merezca mi especial cariño, ese para mí es el prototipo que pretenden vendernos del uruguayo pero por suerte no todos somos así.
Por lo tanto cuando un uruguayo en el exterior me quiere hacer creer a mí que vivo acá, que este es un país maravilloso… realmente, me dan ganas de reírme o a veces, de llorar.
Por: Darío Valle Risoto
Hace mucho tiempo me llama poderosamente la atención esa nostalgia que sienten los uruguayos por este país cuando viven en el exterior o simplemente se van de viaje por un tiempo. Es curioso porque esta tierra no se caracteriza por un fuerte sentido de lo nacional aunque en los últimos tiempos, mundial de futbol mediante, hay una preocupante (Para mí) exacerbación de un sentido nacionalista.
Por otro lado nunca creí en ese país artificial de gente amigable y solidaria que hemos fabricado en nuestras cabecitas a fuerza de repetir continuamente consignas como aquella de que somos amigos de nuestros vecinos y entablamos fácilmente conversación con cualquiera a diferencia de lo que parece suceder en otras tierras.
Criado con una mente bastante globalizada gracias a una madre que trabajó como doméstica de extranjeros: usamericanos, Franceses, Ingleses, etc. Siempre imperó en mi una cultura global y un sentimiento de encontrarme como un extraño en tierras extrañas entre mis “compatriotas” Me refiero a que nunca sentí que los uruguayos tuvieran mejores condiciones de amigabilidad que los extranjeros ni que este “Paisito” fuera realmente excepcional, pero confieso que poco e viajado y solo me sostengo en conversaciones con personas que han vivido o estado en el exterior muchos años.
Por lo tanto estoy absolutamente convencido que la nostalgia de vivir en el exterior les ha hecho fabricar a los uruguayos una tierra utópica muy diferente de esto que me toca vivir a diario y que nada tiene de paraíso o tierra prometida, tampoco pretendo desmerecer alguna virtud que será más o menos la misma que en otros puntos del planeta.
Acaso el primer escollo para integrarse a nuevas sociedades y culturas sea esa fuerte impronta de ser un estandarte viviente de aquellas costumbres que hacen al acerbo cultural y folclórico de esta parte del mundo y entonces lo mismo que los uruguayos añoran por no tener, evita que se inserten definitivamente en otros países.
Mostrar con orgullo nuestros cultores de la música, el deporte u otras áreas no nos hace nada especiales y solo tendremos el mérito de algunas características particulares como cualquier país del planeta, todas las naciones tienen sus matices y colores y no hay una sola en este mundo que no tenga algo que compartir con el resto. Poco importa si algo nació aquí o en Katmandú si nos gusta solo eso lo hace válido.
Creo que hay una certera posibilidad de conseguir buenos amigos o gente despreciable en todos los rincones del planeta y que es bastante simplista ese deseo absurdo de que a fuerza de repetir constantemente factores nacionalizantes que realmente no existen, nos forcemos a fabricar una identidad que realmente es innecesaria.
Los uruguayos en el extranjero en su mayoría viven arrastrando nostalgias de cosas que en este país si alguna vez estuvieron vigentes ya no existen o se idealizan factores absolutamente artificiales. Montevideo se cae de mugre, la gente es cada vez más ordinaria y maleducada, tenemos un gobierno de izquierda que miente como cualquiera de derecha, continuamos reivindicando un mundial de futbol de hace sesenta años como si fuera algo extraordinario, nos queremos hacer creer que podemos salir a caminar seguros por la calle mientras la mendicidad, la delincuencia y el desempleo siguen agravándose y podría seguirles mencionando un montón de factores que son tan reales en mi deambular diario por este país como los de cualquier hijo del tercer mundo.
No me parece que un boludo que toma mate todo el tiempo, escucha murgas, cumbias y candombe y que además cada día procura ser un ignorante merezca mi especial cariño, ese para mí es el prototipo que pretenden vendernos del uruguayo pero por suerte no todos somos así.
Por lo tanto cuando un uruguayo en el exterior me quiere hacer creer a mí que vivo acá, que este es un país maravilloso… realmente, me dan ganas de reírme o a veces, de llorar.
Video de: Como sentirse extranjero en su propia tierra
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