Tuesday, June 28, 2011

Un cuento Chino

Un Cuento Chino
Por: Darío Valle Risoto

Con el cine Argentino me pasa exactamente lo mismo que con el cine español, tengo la sensación muy frecuente que sus películas son o muy buenas llegando a la excelencia o una total basura sin términos medios como si me sucede con la mayoría del cine Usamericano y quizás también con el resto de los países de Europa aunque salvo de Francia, Italia e Inglaterra conozco bastante poco como para largar una sentencia de este tipo.

A lo nuestro, hay una cosa muy clara en cuanto al cine Argentino desde un tiempo a esta parte y es que Ricardo Darín es uno de los principales actores y creo firmemente que el tipo tiene tal profesionalismo que no acepta un guión si este no es bueno como el carajo y este es un claro ejemplo.

Así que tenemos en el párrafo uno que el cine Argentino es muy bueno o muy malo y en este caso “Un Cuento Chino” es del primero y con un actor de primerísima línea. ¿Qué más le hacía falta?: Originalidad, condición no absoluta ni única para hacer cine del bueno pero que dignifica cualquier obra Encima le agregamos una serie de ingredientes como los de la obra que nos compete hoy que yo calificaría de una “Sinfonía sobre la soledad, el exilio y la solidaridad en clave porteña pero con proyección universal”.

Y lo que para mí es la cereza de la torta es que tiene en su compañero de actuación un ignoto actor chino, al menos para mí: un excelente compañero que en su rol de catalizador de la vida del protagonista demuestra una calidad actoral tan grande como la de Ricardo.  Una película intemporal, plena de pistas y de señales sobre los seres humanos y nuestra condición de solitarios entre solitarios y un perfecto relato con un balance entre el realismo mágico y la realidad más pura y hasta grosera que nos deja petrificados por un rato aún después de los títulos en chino/español.

¿Por qué no les cuento más de la historia?: Porque es mejor que la vean lo más vírgenes posible y así la disfrutan como se debe.
 
 Elenco con Sebastián Borenztein
Soledad, exilio y una vaca

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