Dime como te llamas y sabré cuanto odias a tus padres
Por: Darío Valle Risoto
Hay una costumbre ancestral que debería tener en algunos casos una solución legal posible y es aquella que dicta que nuestros padres nos elijan el nombre aún antes de nacer. De entre esas acostumbradas formas de someternos a su capricho, solo porque nacemos en inferioridad de condiciones, el determinar aquel nombre que nos va a definir y nombrar por el resto de nuestras miserables vidas es otra de las prerrogativas de nuestros queridos y fascistas hacedores.
Por lo tanto creo no equivocarme al asegurar que no todos estamos conformes con nuestros nombres y si bien existe la forma de cambiarlos es legalmente muy engorroso y desde luego muy caro hacerlo en algunos países y en otros es imposible. Hay una forma de evadir esto que es adjudicándose un sobrenombre que en muchos casos tampoco nosotros elegimos sino también un cariñoso pariente, amigo, vecino, conocido o alma podrida.
Por ejemplo yo me enteré del nombre de mi padre ya con unos siete u ocho años porque todos le decían “Negro” o en el trabajo era “El flaco Valle”, Mi madre se llamaba “Evelina Elder” y ese nombre bastante raro era una costumbre de mucha gente en el interior, me refiero a poner nombres raros cuando no rebuscados, una de sus medio hermanas se llamaba: “Elodina Edelma” y tuve un compañero de trabajo también del campo que fue devastado con el nombre de “Perayildo Atanasildo”, claro que todos le decíamos por el apellido que era bastante normalito.
Otra costumbre que al menos en Uruguay se repite desde siempre es que determinada clase social elija un cierto tipo de nombres para sus hijos y otra, unos muy diferentes, determinando socialmente de alguna manera el rol que desempeñarán unos u otros ciudadanos.
Por: Darío Valle Risoto
Hay una costumbre ancestral que debería tener en algunos casos una solución legal posible y es aquella que dicta que nuestros padres nos elijan el nombre aún antes de nacer. De entre esas acostumbradas formas de someternos a su capricho, solo porque nacemos en inferioridad de condiciones, el determinar aquel nombre que nos va a definir y nombrar por el resto de nuestras miserables vidas es otra de las prerrogativas de nuestros queridos y fascistas hacedores.
Por lo tanto creo no equivocarme al asegurar que no todos estamos conformes con nuestros nombres y si bien existe la forma de cambiarlos es legalmente muy engorroso y desde luego muy caro hacerlo en algunos países y en otros es imposible. Hay una forma de evadir esto que es adjudicándose un sobrenombre que en muchos casos tampoco nosotros elegimos sino también un cariñoso pariente, amigo, vecino, conocido o alma podrida.
Por ejemplo yo me enteré del nombre de mi padre ya con unos siete u ocho años porque todos le decían “Negro” o en el trabajo era “El flaco Valle”, Mi madre se llamaba “Evelina Elder” y ese nombre bastante raro era una costumbre de mucha gente en el interior, me refiero a poner nombres raros cuando no rebuscados, una de sus medio hermanas se llamaba: “Elodina Edelma” y tuve un compañero de trabajo también del campo que fue devastado con el nombre de “Perayildo Atanasildo”, claro que todos le decíamos por el apellido que era bastante normalito.
Otra costumbre que al menos en Uruguay se repite desde siempre es que determinada clase social elija un cierto tipo de nombres para sus hijos y otra, unos muy diferentes, determinando socialmente de alguna manera el rol que desempeñarán unos u otros ciudadanos.
Mientras que las clases más marginadas y pobres elijen nombres “Yanquinizados” o rebuscados para tal vez darle a sus ignorantes hijos algo de lustre, las clases dominantes son mucho más inteligentes al elegir nombres razonables para sus vástagos: Daniel, Juan. José, María, Marta, Beatriz y otros por el estilo son muy comunes entre la gente de clase media hacia arriba, mientras que los pobres uruguayos castigan a sus hijos con apelativos como: Yenifer, Yaron, Washington, Braian, Yesica o lo que es aún peor que nombres usamericanos mal escritos es que les elijan nombres de artistas y entonces podemos encontrar a un: Jim Morrison Fernández, Lennon Rodríguez o lo que es peor hay modas y entonces mundial mediante sobran los “Diegos” por Forlán, menos mal que no se llama Eustaquio o Nepomuceno porque estaríamos jodidos.
En otras épocas sobraron los nombres: Sandro, Matías, Camilo, Sebastian, Axel, Diana, y no podemos olvidarnos de la costumbre de los pobres que les ponen a sus hijos derivaciones de por ejemplo; “Michael” que pueden ser: Maiquel, Maicol, Mikel y derivados peores aún.
Los nombres viejos eran otro caso digno de estudio: Guzmán, Celestino y Fulgencio (Tres tíos de mi madre), Asunta, Robustiano, Zacarías o una serie de nombres bíblicos o extraños que se repetían de nietos y abuelos hasta que alguno se suicidara al ver su partida de nacimiento. Por lo pronto yo que soy ateo prefiero nombres bíblicos como Jesús, Juan, Pedro y María pero estas últimas suelen llamarse: María Auxiliadora, María de las Gracias, María del Rosario, María de los Ángeles y todas las combinaciones posibles, hasta conocí a una María Pía. ¿?
Hay progenitores dementes que les da la locura por poner nombres indígenas y por lo tanto en Uruguay abundan los: Tabaré y conozco una familia que le puso nombres de indíos a todos sus hijos como Vaimacá, Senaqué y a una pobre niña la apuñalaron con "Guyunusa" por lo menos no le pusieron Malinche o Pocahontas. También están los pelotillas históricos y entonces encontarmos : Artigas, Aparicio, Fidel, Amarú, Ernesto (Por el Che), Benito y algún Adolfo
Tengo un querido conocido que a su hijo le puso: “Pol Braian”, le dije que se escribía: “Paul Brian” y que “Brian” es más bien un apellido pero ya la cagó para siempre, también conozco una familia que castiga a toda su descendencia con nombres que comiencen con la letra “A” y a un pobre nieto le pusieron “Ateno” y a otro “Aquiles”, supongo que a este último en la escuela le van a dar de patadas en el talón.
Podemos asegurar que el nombre nos define y no suena igual un tipo llamado: “Nahuel” que suena blandito a otro llamado: “Alexander” que es mas grandilocuente, tampoco esto es siempre así y conoceremos a lo largo de nuestras vidas a hombres y mujeres que no parecen “merecer” los nombres que sus padres en un perverso juego de decisiones les pegaron como un tatuaje perpetuo, eso sí, siempre está la posibilidad como un servidor de usar de los dos nombres que le achacaron, el que más le gusta.
Ahora es doy una serie de sugerencias que suenan bien para mis oídos:
Pokemon Fernández
Chicholina Martínez
Elizabeth Galaxia Sosa
Adolfo Libertario Fazio
Luthor Mendieta Rodríguez
Email Cayetano Gómez
Obdulio Maracaná Victoriano Gonzáles
Cálida Ninfómana Smith
María de las Vulvas Cotugno
Axel Ricotero Van Hutten
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