Por: Darío Valle Risoto
Perdida la risa, olvidado el encanto
tus alas no baten libres en el espacio.
Oculto tu rostro, marchitas tus manos
impera el desorden en tu cuerpo callado.
Lamentas el camino, nunca retornado
y cambias el destino sintiendo el fracazo.
Suspiras la sal de los mares lejanos
y respiras la tierra del mundo olvidado,
Ya nada es consuelo y todo es amargo
porque no eres diosa ni virgen ni santo.
Yo tengo el ánfora, el pincel del cirujano
la biblia maldita y el cincél masacrado.
Manejo la noche como si fuera un cuadro
y me oculto al día para no ser iluminado.
Tu eres la niña arrodillada y sin recato
desnudas tus pechos y tomas mis manos
derramas saliba donde estuvo el encanto
y lames la aurora presa en mi regazo.
Tu eres la hembra que embruja mi páramo
que invades mis cielos y atormentas mi canto.
Yo tengo los ojos como desencontrados
pues siempre que llegas me voy alejando,
ahora sonríes contando mis pasos
y así seguiremos por siempre...
desencontrados.
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