Animalis Nocturnae
Por: Darío Valle Risoto
Temblando de miedo seguía mi camino
sabía que no podía retroceder ni perderme
y sin embargo no tenía destino.
Preso de la raza homicida e hijo de la rabia
intercedí entre mis demonios en vida
para desprenderme de las hordas inútiles.
Herido muy poco me ofendió su alegría
esa mezcla absurda de dolor hipócrita
a la que los cuerdos le llaman: amor.
Solamente un nido de rejas estrujando
apretando, exprimiendonos la piel,
las arterias, la febril carne.
¡Basta de reprimirnos la sed de sangre!
Vamos a fornicar ninfas hasta volar
con nuestras membranas al viento nocturno.
Seamos por fin buenos hijos del Diablo
y comámosnos a las religiosas crudas
haciéndolas gemir de placeres prohibidos.
No comments:
Post a Comment