El encanto del Erizo
Por: Darío Valle Risoto
Contar una película sublime como esta es un acto despreciable, sencillamente cuando ante nuestros ojos ávidos de buen séptimo arte se presenta una obra como esta es menester obligarles a que la vean porque “El encanto del erizo” es de esas pocas películas que nos ponen en sintonía con una serie de sensaciones encontradas más todas provienen de esto de ser humanos o al menos intentar serlo día con día.
El cine francés nos regala relativamente seguido con estas obras modestas que sin embargo contienen dentro de sus cuidados diálogos, sus personajes reales al máximo y su perfecta sintonía con nuestros sentidos algo de magia inexplicable: “El encanto del erizo” es de las mejores películas que vimos en la vida y eso no es poca cosa.
Y si ustedes habitualmente recorren estas erráticas páginas de Los Muertevideanos cuando la vean encontrarán lo que este servidor encontró: algo de si mismos en cada escena, en la vida de Paloma, de la casera, del nuevo inquilino, de los gatos y hasta del pez en su pecera.
El encanto del erizo es de esas obras del excelente cine francés que nos ayudan a meditar y en definitiva tras viajar durante dos horas a mundos casi familiares, quedarnos con la sensación de que crecimos como personas y todo gracias a pequeños detalles que son grandes pasos en esto de andar por esta tierra, lo que tampoco no es poca cosa.
Si siguen Los Muertevideanos verla es casi una sana obligación, luego me cuentan.
PD: Mi agradecimiento al gran Zardoz por acercarme esta películaPor: Darío Valle Risoto
Contar una película sublime como esta es un acto despreciable, sencillamente cuando ante nuestros ojos ávidos de buen séptimo arte se presenta una obra como esta es menester obligarles a que la vean porque “El encanto del erizo” es de esas pocas películas que nos ponen en sintonía con una serie de sensaciones encontradas más todas provienen de esto de ser humanos o al menos intentar serlo día con día.
El cine francés nos regala relativamente seguido con estas obras modestas que sin embargo contienen dentro de sus cuidados diálogos, sus personajes reales al máximo y su perfecta sintonía con nuestros sentidos algo de magia inexplicable: “El encanto del erizo” es de las mejores películas que vimos en la vida y eso no es poca cosa.
Y si ustedes habitualmente recorren estas erráticas páginas de Los Muertevideanos cuando la vean encontrarán lo que este servidor encontró: algo de si mismos en cada escena, en la vida de Paloma, de la casera, del nuevo inquilino, de los gatos y hasta del pez en su pecera.
El encanto del erizo es de esas obras del excelente cine francés que nos ayudan a meditar y en definitiva tras viajar durante dos horas a mundos casi familiares, quedarnos con la sensación de que crecimos como personas y todo gracias a pequeños detalles que son grandes pasos en esto de andar por esta tierra, lo que tampoco no es poca cosa.
Si siguen Los Muertevideanos verla es casi una sana obligación, luego me cuentan.
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