NERVIOADICTO
Por Darío Valle Risoto
Un buen día te encontraste vacío
un cuenco desterrado en un cuerpo reseco
el egoísmo hizo garra en tu alma
y te desencastraste del mundo.
Loco por la tormenta del rencor
masticaste la carne de la congoja
y odiaste demasiado al diferente
porque eras vos en otros cuerpos.
Los iracundos dolientes no tenían ojos
pero te miraban perderte en tu deriva,
tampoco sabías bien porque lo hacías
pero te metías cualquier sustancia.
Escapaste hacía los oscuros adentros
y golpeaste el ataúd de tu cuerpo joven.
Nos veías a todos como idiotas y muertos
y sin embargo eras vos el que te ibas.
Yo no pude alargar mi brazo porque me perdías
a fin de cuentas todos somos embudos de almas
y por temor a caer contigo te dejé partir solo
ahora estas muerto y reencarnado en alguna parte.
Solo espero que aproveches esta oportunidad.
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