Por: Darío Valle Risoto
Tras una agotadora mañana de sesiones de fotos, Jenny tomó su convertible y salió del chalet que la productora había alquilado, los fotógrafos se encontraban guardando sus trípodes y las pantallas reflectoras cuando ella dejó la casa vestida con solo un vaquero gastado, una camisa blanca y sus zapatillas deportivas. Michael la había invitado a almorzar, ya eran las dos de la tarde pero más que hambre tenía deseos de abandonar su vida por unas horas.
Había perdido la cuenta de los vestidos que se había puesto, de las veces que se había mantenido en la misma posición mientras Michael o Estefan trataban de buscar sus mejores ángulos, también le habían embadurnado el cuerpo de aceites o echado gotas de agua para darle diferentes reflejos a su piel, habían caminado por la playa, la habían fotografiado en el césped y junto a la piscina, hasta subida al techo de tejas; estaba realmente harta de su trabajo.
Recorrió la isla por la amplia carretera que rodeaba un enorme volcán apagado, las palmeras a la orilla del mar la invitaban a darse un chapuzón pero quería alejarse del chalet, sabía que al atardecer la esperaba otra sesión de fotos con el sol a su espalda, ya habían puesto filas de antorchas en torno al muelle para crear el ambiente propicio, también esperaban a Maritza Carbajal la modelo Portuguesa que iban a posar con ella, apenas si se la habían presentado en Grecia el año pasado, pero parecía buena chica.
El largo cabello negrísimo de Jenny parecía revolotear a su espalda, tomó sus lentes negros de la guantera y se detuvo en una especie de mirador, bajó del coche y se asomó, a unos cuantos metros más abajo había otro chalet con enorme techo de tejas oscuras, a su costado el césped cuidado le daba lugar a una piscina donde nadaba un hombre viejo, dos perros corrían detrás de una pelota que les tiraba una mujer también entrada en años.
___Son mis padres. ___Le dijo una voz desconocida a su espalda.
Al darse vuelta se encontró con un hombre de unos treinta años que estaba inmensamente sucio y sostenía un machete en la mano, llevaba una camisa de franela blanca y pantalones de mezclilla color pardo, tenía el cabello largo atado a la espalda y aunque sus ojos eran azules, su piel estaba quemada por largas jornadas al sol.
___No se asuste por mi apariencia, soy Pedro del Huerto, para servirle. ___Le dio la mano, tras limpiársela contra una de sus piernas, ella recibió el fuerte apretón y lo miró con cierta aprehensión.
___Jenny Cárter... soy, soy modelo.
___Bienvenida a las islas, disculpe mi apariencia pero estoy cortando caña con los hombres allá al sur, mis padres no quieren porque hoy es mi cumpleaños pero.. ¿Qué otra cosa podría hacer?,
¿Ya almorzó?
___¿Qué? ___Se quitó los lentes para verlo mejor, tenía un cuerpo robusto aunque algo delgado, llevaba la nariz con una curita atravesándola.
___Miré a unos metros están las escalinatas para bajar al fondo de la finca de Alonso, no hay problemas, la cruzamos y podrá comer con nosotros, nos e usted pero yo, estoy loco de hambre.
Ella no supo cuando decidió cambiar sus planes pero bajaron unos veinte metros de escaleras de piedras blancas por el medio de unas pequeñas terrazas plantadas, abajo un perro Pastor Alemán les ladró pero al reconocer al muchacho se fue a meter a una pequeña caseta.
Y entonces se detuvo el tiempo una eternidad y Jenny conoció a los padres de Pedro que eran unos personajes realmente amables y con un gran sentido del humor, nadie pensaría que tenían más de sesenta años porque poseían una jovialidad contagiosa.
Jenny pensó cuando estaban levantando la mesa, habían comido en el jardín, Jenny pensó que esa podría ser su familia y ella la esposa de Pedro, que podría vivir en ese momento una vida real y no la extraña vorágine de recorrer diferentes países, lugares y climas para fotografiarse muchas veces desnuda.
___¿Así que eres modelo?___ Le preguntó Sarah, la madre de Pedro mientras lavaban los platos.
___Si, hace ocho años, desde los diecinueve que me fui de Moscú a Europa y en Suecia entré a este mundo.
___¿Ropa de París?.
Jenny bajó la cabeza algo avergonzada.
___Soy modelo erótica... es decir. ___No pudo continuar, la señora se río a carcajadas, a través de la ventana su hijo y su marido conversaban animadamente tomando vino.
___Discúlpame ___Le dijo mientras se secaba las lágrimas por reír tanto. ___Mi hijo se divorció hace unos meses y aún no se recupera de la pérdida de Laura, su esposa, creo que te darás cuenta de que sé a quedado fascinado contigo.
___Bueno, yo podría decir lo mismo, pero, discúlpeme, ¿Qué es tan gracioso?
___Lo gracioso es que su ex esposa es integrante de la Iglesia pentecostés y proviene de una familia muy conservadora, supongo que se tiene merecido enterarse que su marido encontró una nueva pareja que si goza del placer y no pierde el tiempo rezando.
Jenny terminó de secar los platos sabiendo que esa noche las fotos se las tendrían que arreglar sin ella.
Había perdido la cuenta de los vestidos que se había puesto, de las veces que se había mantenido en la misma posición mientras Michael o Estefan trataban de buscar sus mejores ángulos, también le habían embadurnado el cuerpo de aceites o echado gotas de agua para darle diferentes reflejos a su piel, habían caminado por la playa, la habían fotografiado en el césped y junto a la piscina, hasta subida al techo de tejas; estaba realmente harta de su trabajo.
Recorrió la isla por la amplia carretera que rodeaba un enorme volcán apagado, las palmeras a la orilla del mar la invitaban a darse un chapuzón pero quería alejarse del chalet, sabía que al atardecer la esperaba otra sesión de fotos con el sol a su espalda, ya habían puesto filas de antorchas en torno al muelle para crear el ambiente propicio, también esperaban a Maritza Carbajal la modelo Portuguesa que iban a posar con ella, apenas si se la habían presentado en Grecia el año pasado, pero parecía buena chica.
El largo cabello negrísimo de Jenny parecía revolotear a su espalda, tomó sus lentes negros de la guantera y se detuvo en una especie de mirador, bajó del coche y se asomó, a unos cuantos metros más abajo había otro chalet con enorme techo de tejas oscuras, a su costado el césped cuidado le daba lugar a una piscina donde nadaba un hombre viejo, dos perros corrían detrás de una pelota que les tiraba una mujer también entrada en años.
___Son mis padres. ___Le dijo una voz desconocida a su espalda.
Al darse vuelta se encontró con un hombre de unos treinta años que estaba inmensamente sucio y sostenía un machete en la mano, llevaba una camisa de franela blanca y pantalones de mezclilla color pardo, tenía el cabello largo atado a la espalda y aunque sus ojos eran azules, su piel estaba quemada por largas jornadas al sol.
___No se asuste por mi apariencia, soy Pedro del Huerto, para servirle. ___Le dio la mano, tras limpiársela contra una de sus piernas, ella recibió el fuerte apretón y lo miró con cierta aprehensión.
___Jenny Cárter... soy, soy modelo.
___Bienvenida a las islas, disculpe mi apariencia pero estoy cortando caña con los hombres allá al sur, mis padres no quieren porque hoy es mi cumpleaños pero.. ¿Qué otra cosa podría hacer?,
¿Ya almorzó?
___¿Qué? ___Se quitó los lentes para verlo mejor, tenía un cuerpo robusto aunque algo delgado, llevaba la nariz con una curita atravesándola.
___Miré a unos metros están las escalinatas para bajar al fondo de la finca de Alonso, no hay problemas, la cruzamos y podrá comer con nosotros, nos e usted pero yo, estoy loco de hambre.
Ella no supo cuando decidió cambiar sus planes pero bajaron unos veinte metros de escaleras de piedras blancas por el medio de unas pequeñas terrazas plantadas, abajo un perro Pastor Alemán les ladró pero al reconocer al muchacho se fue a meter a una pequeña caseta.
Y entonces se detuvo el tiempo una eternidad y Jenny conoció a los padres de Pedro que eran unos personajes realmente amables y con un gran sentido del humor, nadie pensaría que tenían más de sesenta años porque poseían una jovialidad contagiosa.
Jenny pensó cuando estaban levantando la mesa, habían comido en el jardín, Jenny pensó que esa podría ser su familia y ella la esposa de Pedro, que podría vivir en ese momento una vida real y no la extraña vorágine de recorrer diferentes países, lugares y climas para fotografiarse muchas veces desnuda.
___¿Así que eres modelo?___ Le preguntó Sarah, la madre de Pedro mientras lavaban los platos.
___Si, hace ocho años, desde los diecinueve que me fui de Moscú a Europa y en Suecia entré a este mundo.
___¿Ropa de París?.
Jenny bajó la cabeza algo avergonzada.
___Soy modelo erótica... es decir. ___No pudo continuar, la señora se río a carcajadas, a través de la ventana su hijo y su marido conversaban animadamente tomando vino.
___Discúlpame ___Le dijo mientras se secaba las lágrimas por reír tanto. ___Mi hijo se divorció hace unos meses y aún no se recupera de la pérdida de Laura, su esposa, creo que te darás cuenta de que sé a quedado fascinado contigo.
___Bueno, yo podría decir lo mismo, pero, discúlpeme, ¿Qué es tan gracioso?
___Lo gracioso es que su ex esposa es integrante de la Iglesia pentecostés y proviene de una familia muy conservadora, supongo que se tiene merecido enterarse que su marido encontró una nueva pareja que si goza del placer y no pierde el tiempo rezando.
Jenny terminó de secar los platos sabiendo que esa noche las fotos se las tendrían que arreglar sin ella.
FIN
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