Por: Darío Valle Risoto
"Ya no quedan hombres": Decía una vieja fea como guisado de araña, pero esto se aplica al tango actual en Uruguay, al menos de las carteleras más importantes, mis cogénericos no están en los primeros lugares y una buena banda de mujeres canta tangos con muy buena actitud y felizmente la mayoría con un perfíl propio. La Argentina Mónica Navarro y la ya veterana Laura Canoura encabezan la lista pero ahora irrumpe Maia Castro tal ves dentro del estilo moderno que inaugurara Malena Muyala pero con un estilo personal que ha crecido magníficamente desde su primer disco. Su último trabajo: "Lluvia inerte" tiene una selección ecléctica pero bien buscada de canciones que incluye hasta una versión de un tema de los Redonditos de Ricota y dos de su propia autoría, hoy les dejo una obra que tenía interpretada por Edmundo Rivero y que ella ejecuta con su estilo sin desprestigiar este tanguito irónico si los hay.
Tu perro pequinés"Ya no quedan hombres": Decía una vieja fea como guisado de araña, pero esto se aplica al tango actual en Uruguay, al menos de las carteleras más importantes, mis cogénericos no están en los primeros lugares y una buena banda de mujeres canta tangos con muy buena actitud y felizmente la mayoría con un perfíl propio. La Argentina Mónica Navarro y la ya veterana Laura Canoura encabezan la lista pero ahora irrumpe Maia Castro tal ves dentro del estilo moderno que inaugurara Malena Muyala pero con un estilo personal que ha crecido magníficamente desde su primer disco. Su último trabajo: "Lluvia inerte" tiene una selección ecléctica pero bien buscada de canciones que incluye hasta una versión de un tema de los Redonditos de Ricota y dos de su propia autoría, hoy les dejo una obra que tenía interpretada por Edmundo Rivero y que ella ejecuta con su estilo sin desprestigiar este tanguito irónico si los hay.
(1948)
Letra: Luis Rubistein
Música: Luis Rubistein
Muriéndome de hambre y frío
te vi pasar, corazón,
con el auto que fue mío
y el tapado de visón.
Tus ojos vieron mis ojos,
pero no vi tu rubor.
Sentí temblar mis despojos...
y tu perro me ladró.
Chofer japonés
con un auto avión a chorro,
y vos apretando el morro
del perrito pequinés;
la vida, tal vez,
se ensañó y a sangre fría
me regala la ironía
de este cuadro hecho al revés.
¡Cómo quisiera tener
para mi frío espantoso
ese abrigo tan sedoso
de tu perro pequinés!
Cuando pasaste a mi lado,
se me apretó el corazón.
Yo con hambre, destrozado,
vos con mi auto y mi visón.
Por vos perdí mi fortuna,
después de tu amor y hoy, ¡Ya ves!,
le estoy ladrando a la luna,
como el perro pequinés.
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