¿Donde está mi amor?
Por: Darío Valle Risoto
Ella tiene su búsqueda interior, además trata de conseguir alcanzar ese ser compañero y conocido que se le hace imposible: ensaya olvidar, trata de aclarar la situación, vuelve a recomenzar y desde luego que se tropieza con esa presencia manifiesta en alguna parte de su interior.
Es posible que alguna veces se sienta perturbada, el bajón, la depresión suelen llegar inesperadas o tal vez deseadas, más no queridas, son estas cosas del ser humano que nos hacen querer siempre escapar aunque no sabemos hacia donde.
Una necesidad inmensa de que pasen cosas se sobrepone a la realidad donde si pasan pero son casi todas intangibles, ella que derrocha luz se siente a oscuras, ella que vive el mejor momento de su vida se siente incompleta un momento y otro día explora una nueva forma de iluminación donde se rehace y se ríe de si misma.
Recuerdo otra amiga hace algunos años, era muy diferente a esta pero tal vez tenía esas mismas ansias de encontrar un ser compañero, un hombre que la contenga, la abrace y sonría con ella. Lo que debería ser tan sencillo sin embargo es más difícil que fabricar oro con plomo en estos días.
Alguien me dijo una vez que encontrar la pareja adecuada era más difícil que tirar una piedra a través de una ventana con los ojos tapados y darle a una paloma en vuelo. Es probable.
Las cartas cayeron formando la radiografía mágica de varias de mis amigas, siempre me resistí en esta ocasión a tirar esta forma de adivinación, sobretodo a una persona conocida porque la interpretación puede estar viciada de intereses ocultos o de ambigüedades afectivas…quién lo puede saber.
Pero están allí los símbolos, las imágenes que conjugan el discurso de una serie de caminos posibles en la infinidad de rutas que tiene toda vida. Hay cosas predecibles, muchas, demasiadas, pero felizmente otras no, el amor puede estar a la vuelta de la esquina agazapado, disfrazado de accidente, olvidado en un rincón, resguardado de ese miedo a entregarse.
Lo dijo Alejandro Dolina una vez: “Toda la literatura del mundo sobre el amor no sirve para nada cuando se trata de uno”.
Mis palabras menos.
Por: Darío Valle Risoto
Ella tiene su búsqueda interior, además trata de conseguir alcanzar ese ser compañero y conocido que se le hace imposible: ensaya olvidar, trata de aclarar la situación, vuelve a recomenzar y desde luego que se tropieza con esa presencia manifiesta en alguna parte de su interior.
Es posible que alguna veces se sienta perturbada, el bajón, la depresión suelen llegar inesperadas o tal vez deseadas, más no queridas, son estas cosas del ser humano que nos hacen querer siempre escapar aunque no sabemos hacia donde.
Una necesidad inmensa de que pasen cosas se sobrepone a la realidad donde si pasan pero son casi todas intangibles, ella que derrocha luz se siente a oscuras, ella que vive el mejor momento de su vida se siente incompleta un momento y otro día explora una nueva forma de iluminación donde se rehace y se ríe de si misma.
Recuerdo otra amiga hace algunos años, era muy diferente a esta pero tal vez tenía esas mismas ansias de encontrar un ser compañero, un hombre que la contenga, la abrace y sonría con ella. Lo que debería ser tan sencillo sin embargo es más difícil que fabricar oro con plomo en estos días.
Alguien me dijo una vez que encontrar la pareja adecuada era más difícil que tirar una piedra a través de una ventana con los ojos tapados y darle a una paloma en vuelo. Es probable.
Las cartas cayeron formando la radiografía mágica de varias de mis amigas, siempre me resistí en esta ocasión a tirar esta forma de adivinación, sobretodo a una persona conocida porque la interpretación puede estar viciada de intereses ocultos o de ambigüedades afectivas…quién lo puede saber.
Pero están allí los símbolos, las imágenes que conjugan el discurso de una serie de caminos posibles en la infinidad de rutas que tiene toda vida. Hay cosas predecibles, muchas, demasiadas, pero felizmente otras no, el amor puede estar a la vuelta de la esquina agazapado, disfrazado de accidente, olvidado en un rincón, resguardado de ese miedo a entregarse.
Lo dijo Alejandro Dolina una vez: “Toda la literatura del mundo sobre el amor no sirve para nada cuando se trata de uno”.
Mis palabras menos.
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