Una Semana de Perros
Por: Darío Valle Risoto
Gastó pólvora en chimangos y mientras sigue escuchando a “Buitres después de la una”. Piensa en bueyes perdidos y en reponerme de un golpe mágico inesperado, todo en casi una semana donde se despedazó el mago en múltiples roturas desde el corazón para afuera, desde afuera para el corazón. Y sintió temblar el bobo hidráulico que comienza a masticarle el pecho como un monstruo que eyacula goteras de ácido y recuerdos.
Maldita vida llena de alambres que acogotan y quitan la respiración, hacer fuerzas de la nada para remontarse al viento poniéndole cara buena a la lluvia y sonrisas a un frío invernal…
¡Cuantas veces se lo dijo Juan!...más o menos tres millones de veces y un poco más pero el es un testarudo que debería tener el pecho más resistente que la cabeza pero no es así, a fin de cuentas que el alma se guarda en un dedal y las esperanzas no dejan de crecer a medida que uno se hace sabio… ¿O idiota?
Cuando el alumno está preparado aparece el mago, lo mismo pasa con el amor, al menos ese que creemos verdadero, de todas maneras nunca debería olvidarse que el camino del conocimiento es tan solitario como lleno de espinas. Pero uno se aburre de tanto examinarse el karma… no son puntos negros o bueno ¿Algunos si?
Fácil resulta leer las huellas ajenas pero involucrarse es un terrible riesgo porque uno comienza a vivir vidas prestadas, ajenas, dolorosas y entonces ¡Zas!... viene el sueño invasor de esos sentimientos que roban la noche y nos matan la calma.
Habrá que rearmarse medio mutilado y recapitular las horas y los días donde se perdió el raciocinio y el alumno ocupó demasiado espacio en el maestro. El egoísmo es una inesperada faceta del conocimiento esotérico. El egoísmo nos alienta a creer en imágenes que vienen de nosotros y no de la realidad, urge recomponerse el alma y curarnos nosotros mismos con un momento de recogimiento donde el silencio es necesario para no seguir fabricándole trampas a la existencia.
Nadie es realmente importante, solamente su imagen en nosotros puede resultar en conflicto con nuestros propios planes. Pero acaso estar vivo significa quedar muchas veces a merced de las hormonas, el frío, esa estúpida pulsión a escribir poemas y sentirse raro cuando no culpable.
Él lo sabía, es mejor mirar el mundo de afuera como quién observa a los protagonistas de la historia con la impunidad del espectador en la oscuridad de la sala. Lamentablemente a veces nos invitan a entrar en escena y descubrimos que somos débiles, falsos y tan malditos como todo ser humano.
¡Estupido!
El maestro le pega tantos cachetazos al alumno, casi le saca la cabeza, este cae de rodillas suplicando: ___ ¡Perdón señor, yo me sentí humano, perdóneme!
Humilde se nace, si no lo tenemos tendremos que ensayar cada día de nuestra vida una humildad artificial pero absolutamente necesaria para batallar con nuestros peores enemigos.
El grado máximo del conocimiento mágico es la Objetividad absoluta. Pero tan difícil será ver desde afuera del cuerpo y más de las arterias, las venas, los órganos, la piel y el sexo, cada cosa y cada persona en este mundo.
De nada servirá ser un aprendiz de ególatra que se cree versado en las ciencias ocultas si no se pueden retirar los pasos esperando una nueva libertad que solo depende de nosotros y de nadie más. La obsesión muchas veces es confundida con los buenos sentimientos y no tiene nada que ver, cuando se cae la venda de los ojos, el resultado es devastador.
¡Vos siempre gastando pólvora en chimangos!
Dijo el maestro y el alumno respondió:
__ Discúlpame Juan, todavía y a mi pesar: sigo siendo humano.
Pero eso no soluciona nada.
Por: Darío Valle Risoto
Gastó pólvora en chimangos y mientras sigue escuchando a “Buitres después de la una”. Piensa en bueyes perdidos y en reponerme de un golpe mágico inesperado, todo en casi una semana donde se despedazó el mago en múltiples roturas desde el corazón para afuera, desde afuera para el corazón. Y sintió temblar el bobo hidráulico que comienza a masticarle el pecho como un monstruo que eyacula goteras de ácido y recuerdos.
Maldita vida llena de alambres que acogotan y quitan la respiración, hacer fuerzas de la nada para remontarse al viento poniéndole cara buena a la lluvia y sonrisas a un frío invernal…
¡Cuantas veces se lo dijo Juan!...más o menos tres millones de veces y un poco más pero el es un testarudo que debería tener el pecho más resistente que la cabeza pero no es así, a fin de cuentas que el alma se guarda en un dedal y las esperanzas no dejan de crecer a medida que uno se hace sabio… ¿O idiota?
Cuando el alumno está preparado aparece el mago, lo mismo pasa con el amor, al menos ese que creemos verdadero, de todas maneras nunca debería olvidarse que el camino del conocimiento es tan solitario como lleno de espinas. Pero uno se aburre de tanto examinarse el karma… no son puntos negros o bueno ¿Algunos si?
Fácil resulta leer las huellas ajenas pero involucrarse es un terrible riesgo porque uno comienza a vivir vidas prestadas, ajenas, dolorosas y entonces ¡Zas!... viene el sueño invasor de esos sentimientos que roban la noche y nos matan la calma.
Habrá que rearmarse medio mutilado y recapitular las horas y los días donde se perdió el raciocinio y el alumno ocupó demasiado espacio en el maestro. El egoísmo es una inesperada faceta del conocimiento esotérico. El egoísmo nos alienta a creer en imágenes que vienen de nosotros y no de la realidad, urge recomponerse el alma y curarnos nosotros mismos con un momento de recogimiento donde el silencio es necesario para no seguir fabricándole trampas a la existencia.
Nadie es realmente importante, solamente su imagen en nosotros puede resultar en conflicto con nuestros propios planes. Pero acaso estar vivo significa quedar muchas veces a merced de las hormonas, el frío, esa estúpida pulsión a escribir poemas y sentirse raro cuando no culpable.
Él lo sabía, es mejor mirar el mundo de afuera como quién observa a los protagonistas de la historia con la impunidad del espectador en la oscuridad de la sala. Lamentablemente a veces nos invitan a entrar en escena y descubrimos que somos débiles, falsos y tan malditos como todo ser humano.
¡Estupido!
El maestro le pega tantos cachetazos al alumno, casi le saca la cabeza, este cae de rodillas suplicando: ___ ¡Perdón señor, yo me sentí humano, perdóneme!
Humilde se nace, si no lo tenemos tendremos que ensayar cada día de nuestra vida una humildad artificial pero absolutamente necesaria para batallar con nuestros peores enemigos.
El grado máximo del conocimiento mágico es la Objetividad absoluta. Pero tan difícil será ver desde afuera del cuerpo y más de las arterias, las venas, los órganos, la piel y el sexo, cada cosa y cada persona en este mundo.
De nada servirá ser un aprendiz de ególatra que se cree versado en las ciencias ocultas si no se pueden retirar los pasos esperando una nueva libertad que solo depende de nosotros y de nadie más. La obsesión muchas veces es confundida con los buenos sentimientos y no tiene nada que ver, cuando se cae la venda de los ojos, el resultado es devastador.
¡Vos siempre gastando pólvora en chimangos!
Dijo el maestro y el alumno respondió:
__ Discúlpame Juan, todavía y a mi pesar: sigo siendo humano.
Pero eso no soluciona nada.
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