Gente como Bichos (La Gentuza)
Por: Darío Valle Risoto
Mi madre acuñaba un término despectivo hacia la gente sin ningún nivel para vivir en sociedad a la que llamaba con un rictus de asco: “La Gentuza”. Así me crié escuchándola denostar a los que son pobres y no hacen nada por mejorar su educación y viven marginados y felices, o auto-marginados lo que es peor.
Pasaron muchos años donde como todo obrero tuve que ganarme el pan trabajando en fábricas donde en la mayoría del tiempo tuve que convivir con todo tipo de personas esencialmente de la misma condición económica que la mía, también viví toda mi vida entre gente humilde más con los años he visto gradualmente pauperizarse la convivencia social a grados que a veces me ponen más del tipo de un nazi exterminador que de un técnico en comunicación social.
Vamos a entendernos de la mejor manera posible: en un país donde la gran mayoría de la población se presume que ha ido a la escuela al menos para adquirir los conocimientos mínimos para comunicarse, parece que vivimos entre verdaderos animales exentos de valores sociales hasta los más mínimos como tirar la basura en la basura o respetar a los vecinos como se supone deberían querer ser respetados. Me temo que la palabra “Respeto” y al menos “Consideración” hace tiempo han dejado de pertenecer al “Diccionario Plancha Universal del desequilibrio evolutivo” que algún día editaré.
Imagínese usted señor que tiene que levantarse para ir a trabajar a las seis de la mañana, se acuesta a las diez u once de la noche y hasta más o menos las dos de la madrugada tiene que escuchar: tamboriles, música de cumbias o en su mejor caso “Melódicos internacionales” como si se hubiera acostado en medio de la pista de un baile una noche de sábado.
Hace algunos años tenía un par de negros al lado de casa que habían tenido la fructífera idea de tocar el tamboril a cualquier hora en sus cuartos que casualmente están pegados a los míos, cuando fui a hacer la denuncia un día de la semana a la una y media de la mañana el milico muy educado me dijo que no podían hacer nada porque no hay ley que nos ampare, que a la vuelta de la comisaría tienen una cuerda de tambores y cuando la policía va a decirles que no hagan ruido a horas impropias no les hacen caso y apedrean luego las casas de los vecinos.
__Hay un vacío legal__Me explicó__ ¿Si yo vuelvo y los cago a tiros me dan alguna medalla o en ese caso no hay un vacío legal? __El milico se cagó de risa y movió los hombros a lo que presumí que matar a estas escorias era algo en contra de la ley.
Usted pensará, este tipo es un hijo de puta, pero hubiera sido realmente un buen Reality Show traer gente a vivir en casa durante esos seis o siete años en que estos primates me rompieron los cojones y hacer apuestas entre la audiencia para ver quién enloquecía primero o se transformaba en un asesino serial.
Hoy conversé con el hijo de mi prima que vive en el mismo edificio que yo pero en la planta baja, resulta que al lado de su casa pusieron un boliche donde nuclean lo más granado de la sociedad plancha del barrio y encima son macumberos. ¡Como lo compadezco!
Condición intrínseca de los marginales es la superstición y en este lado de Montevideo abundan los terreiros y macumbas de todos los colores: Umbandas, Kimbandas y Lavandas de todo tipo como para aderezar con sortilegios de pop y gallinas muertas las esquinas de calles surcadas por aguas estancadas y cerebros en extinción.
Me contó que tiene de mascota la perra de sus hermanos, es una canina violenta que el otro día les mordisqueó a la perra de los macumberos estos que por suerte no le protestaron.
__ Deciles que se le metió un Pai por el orto y por eso anda mal o que la enloquecen los tambores y le da por morder. ___Mi primo se moría de risa.
Hay un dicho que cuenta que cuando jóvenes somos incendiarios y al volvernos viejos: Bomberos, resulta que con el paso de los años voy descubriendo lo que quería decir mi vieja con: “No te juntes con la gentuza Darío”
Por: Darío Valle Risoto
Mi madre acuñaba un término despectivo hacia la gente sin ningún nivel para vivir en sociedad a la que llamaba con un rictus de asco: “La Gentuza”. Así me crié escuchándola denostar a los que son pobres y no hacen nada por mejorar su educación y viven marginados y felices, o auto-marginados lo que es peor.
Pasaron muchos años donde como todo obrero tuve que ganarme el pan trabajando en fábricas donde en la mayoría del tiempo tuve que convivir con todo tipo de personas esencialmente de la misma condición económica que la mía, también viví toda mi vida entre gente humilde más con los años he visto gradualmente pauperizarse la convivencia social a grados que a veces me ponen más del tipo de un nazi exterminador que de un técnico en comunicación social.
Vamos a entendernos de la mejor manera posible: en un país donde la gran mayoría de la población se presume que ha ido a la escuela al menos para adquirir los conocimientos mínimos para comunicarse, parece que vivimos entre verdaderos animales exentos de valores sociales hasta los más mínimos como tirar la basura en la basura o respetar a los vecinos como se supone deberían querer ser respetados. Me temo que la palabra “Respeto” y al menos “Consideración” hace tiempo han dejado de pertenecer al “Diccionario Plancha Universal del desequilibrio evolutivo” que algún día editaré.
Imagínese usted señor que tiene que levantarse para ir a trabajar a las seis de la mañana, se acuesta a las diez u once de la noche y hasta más o menos las dos de la madrugada tiene que escuchar: tamboriles, música de cumbias o en su mejor caso “Melódicos internacionales” como si se hubiera acostado en medio de la pista de un baile una noche de sábado.
Hace algunos años tenía un par de negros al lado de casa que habían tenido la fructífera idea de tocar el tamboril a cualquier hora en sus cuartos que casualmente están pegados a los míos, cuando fui a hacer la denuncia un día de la semana a la una y media de la mañana el milico muy educado me dijo que no podían hacer nada porque no hay ley que nos ampare, que a la vuelta de la comisaría tienen una cuerda de tambores y cuando la policía va a decirles que no hagan ruido a horas impropias no les hacen caso y apedrean luego las casas de los vecinos.
__Hay un vacío legal__Me explicó__ ¿Si yo vuelvo y los cago a tiros me dan alguna medalla o en ese caso no hay un vacío legal? __El milico se cagó de risa y movió los hombros a lo que presumí que matar a estas escorias era algo en contra de la ley.
Usted pensará, este tipo es un hijo de puta, pero hubiera sido realmente un buen Reality Show traer gente a vivir en casa durante esos seis o siete años en que estos primates me rompieron los cojones y hacer apuestas entre la audiencia para ver quién enloquecía primero o se transformaba en un asesino serial.
Hoy conversé con el hijo de mi prima que vive en el mismo edificio que yo pero en la planta baja, resulta que al lado de su casa pusieron un boliche donde nuclean lo más granado de la sociedad plancha del barrio y encima son macumberos. ¡Como lo compadezco!
Condición intrínseca de los marginales es la superstición y en este lado de Montevideo abundan los terreiros y macumbas de todos los colores: Umbandas, Kimbandas y Lavandas de todo tipo como para aderezar con sortilegios de pop y gallinas muertas las esquinas de calles surcadas por aguas estancadas y cerebros en extinción.
Me contó que tiene de mascota la perra de sus hermanos, es una canina violenta que el otro día les mordisqueó a la perra de los macumberos estos que por suerte no le protestaron.
__ Deciles que se le metió un Pai por el orto y por eso anda mal o que la enloquecen los tambores y le da por morder. ___Mi primo se moría de risa.
Hay un dicho que cuenta que cuando jóvenes somos incendiarios y al volvernos viejos: Bomberos, resulta que con el paso de los años voy descubriendo lo que quería decir mi vieja con: “No te juntes con la gentuza Darío”
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