Quisiera ser grande Por: Darío Valle Risoto
Todos los niños soñaron alguna vez con ser grandes de un golpe, para tal vez, descubrir porque la gente mayor es tan mandona y hace las cosas más estúpidas en nombre del juicio y la seriedad…bueno.
Este filme tal vez este entre las comedias más recordadas de los ochenta, se trata de una simple fantasía narrada en forma muy amena donde un Tom Hanks aún no tan famoso interpreta a Josh, un chico de trece años que tras “jugar” en un fichin se encuentra al día siguiente con que tiene más de treinta años con los consiguientes perjuicios familiares y el posterior encuentro con el mundo de los adultos.
Si bien pasado el tiempo le podremos adjudicar cierta ingenuidad a muchas escenas donde en la vida real resultaría más que increíble lo que sucede, estamos frente a una comedia donde la fantasía es el leit motiv para crear un buen entretenimiento no exento de humor pero que también nos podrá dar sitio para reflexionar sobre lo que significa ser maduros, grandes y responsables de nuestras vidas. Una de las mejores escenas del cine contemporáneo se trata sin lugar a dudas del baile que ejecuta el protagonista sobre un piano en el piso junto a su jefe en medio del público de una gran juguetería.
Robert Logia es un gran actor que ejecuta a la perfección el rol del hombre de negocios superado por el propio imperio que ha creado en el tema de los juguetes. Por otro lado veremos que nada es fácil cuando se mete la inocencia de un niño a tratar de mezclar su amistad con otro joven y a la vez ir adquiriendo responsabilidades en su trabajo como asesor de la juguetería, el amor no le será desconocido y probablemente sea bastante aterrador comprobar como en ciertos ámbitos empresariales hay relaciones afectivas pura y exclusivamente relacionadas con el poder.
Un muy buen filme para todas las edades que junto a “Splash” y “Despedida de soltero” nos presentan a un Tom Hank destinado a muchas grandes películas en el futuro.
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