Monday, July 19, 2010

Ximena (Cuento)

Ximena
Por: Darío Valle Risoto

Cuando se desnudó me sentí mareado, no es la primera vez que me pasaba, estar con una mujer siempre me produce una suerte de sensación de apartarme de mi mismo, como si perdiera el sentido. Una mujer bella, joven y desnuda a todos nos debe producir cierto vahído, sino nada tendría sentido.
De todas maneras ella se desnudó completamente mientras yo permanecía sentado en el hotel mirando como la luz del sol lamia las sábanas donde nos habíamos tirado a besarnos hacía tan solo un par de minutos.
La había encontrado en el concierto de rock y habíamos tomado más de cuatro cervezas cuando ella me pidió que no la deje sola, era raro, por primera vez en mi vida una mujer me pedía que no la abandone, la mayoría de las veces son ellas las que no quieren verme más.
Mis amigos fueron difíciles de disuadir, no me querían dejar solo con ella, la conocían de antes, después de todo era Ximena, todos de una manera u otra se habían cogido a Ximena.
Bueno, que una supuesta puta me pida que no la deje sola tampoco era para asombrarse, lo que me tuvo absorto fue que mientras nos besamos, la toqué o luego se desnudó no lo parecía, es más, creo que tenía vergüenza porque bajó la vista.
No quise hacerle el amor tan pronto, no es que no tuviera ganas, sino que de pronto tuve ganas de conversar con ella mientras su cuerpo blanco parecía una extensión de las sábanas con el corolario de dos ojos de un color miel perturbadores.
___Vos sos diferente. ___Me dijo con una voz casi imperceptible mientras se pasaba la mano por su corto pelo punki.
___ ¿Querés tomar algo?, ¿Te pido una coca? ___Le dije, mirando al teléfono de la habitación.
___Se que te dijeron que me revuelco con todos, pero…
___No me importa mucho, en realidad si, pero… ¿Qué le puedo hacer? ___Le dije desconcertado y con la sensación de que esa tarde se iba a morir abruptamente con ella vistiéndose enojada y saliendo del hotel Diagonal.
Ella no se fue, me acarició el rostro con mi barba incipiente, miró a la guitarra apoyada dentro de su funda contra la pared y luego me sonrió.
Pero Ximena no se fue esa tarde ni las otras tampoco, nos seguimos viendo y realmente fue como si renaciera una mariposa de su viejo capullo, yo nunca se lo pedí pero se fue metamorfoseando, cambiando de apariencia y hasta de movimientos pero nunca dejó de amarme, claro, como yo la amo a ella.
A veces cuando llevamos a nuestros hijos a algún toque de rock recordamos que todos tenemos nuevas oportunidades en la vida, ella me dio la mejor que puedo pedir.

FIN

No comments:

Post a Comment