Flash Gordon Por: Darío Valle Risoto
Recuerdo vividamente haber ido a pocos días de su estreno en el cine Plaza de Montevideo y que sobre la marquesina del lugar había una enorme silueta de Flash sosteniendo un arma de rayos con tubos de neón que al encenderse le daban el aspecto de estar disparando.
Este debe ser uno de los personajes más interesantes de los inicios del cómic, el señor Alex Raymond se desprendió con una moderna versión algo emparentada con Buck Rogers pero con vida propia y en los ochentas era menester hacer una superproducción cinematográfica sobretodo porque luego del estreno de Superman con Christ Reeve, la industria del cine comenzó a ver un buen filón de oro en el comic trasladado a la pantalla.
El productor Dino de Laurentis ya nos tenía acostumbrados a trabajos irregulares que eran subrayados por efectos especiales no siempre muy funcionales y tal vez producto de un ahorro constante en sus producciones, ejemplos como las malas: King Kong del 76 y Orca, la ballena asesina son elocuentes en este sentido.
Flash Gordon tenía varios canutos a favor: un buen elenco de figuras de magnitud (Max Von Sydow, Ornella Mutti, Timothy Dalton, etc.), a excepción del protagonista, una adaptación de las más fieles a la estética de la historieta y por sobre todas las cosas una destacadísima banda sonora a cargo del grupo Queen que en ese momento estaba en el pináculo de su fama mundial.
Aún así al menos en Uruguay pasó sin pena ni gloria aunque todos teníamos el vinilo con el soundtrack del filme, creo firmemente que en esos tiempos fue sustancial la aparición de Star Wars que hizo que esta particular forma de ciencia ficción colorida y algo fastuosa no pegara del todo en la audiencia, amén de que el personaje ya tenía algunas décadas perdiendo preponderancia. Excelente fue en su tiempo la serie protagonizada por Buster Crabbe pero el tiempo pasó rápido para la ciencia ficción incluso.
Ayer la bajé de Domínguez DVD y les aseguro que pasados los años comprendo porque para muchos Geeks es un filme de culto junto a tantos otros, sería bueno que una buena tarde nos atiborremos de pop, cocuchas y el deseo de irnos a Mongo de excursión.
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