91: Calaveras
La Trampa
La Trampa
Por: Darío Valle Risoto
Tenía mis dudas sobre incluir en esta lista de mis 100 discos preferidos algunos de rock Hispano pero como ven comienzo con uno del llamado “Rock nacional uruguayo” y todo sea por la patria y las cenizas del cenicero de Artigas.
Vamos a ser claros, la gran mayoría de los discos de rock uruguayo no sobreviven más de cuatro oídas, son bastante mediocres y viven menos que una mosca en nuestra memoria, pero por ahí siempre quedará alguna canción suelta de buena factura o que nos llega por tal o cual razón.
La Trampa comenzó con un pie en el canto popular y otro en el rock liderada por el guitarrista Garo Arakelián, su primer trabajo “Toca y Obliga” era muy bueno pero en este segundo disco los tipos creo que por primera vez en la historia del rock nacional sacan a la luz un trabajo donde todos, absolutamente todos los temas son del carajo sin desconocer que el sonido mejoró notablemente comparado con el disco anterior y se metalizó lo suficiente para colocar a la banda dentro del Hard Rock emparentadito con el Heavy Metal. Cabe aclarar que el vocalista Alejandro Spuntone nunca más cantaría como en este disco porque la historia de la banda comienza una caída libre placa con placa de aquí en adelante.
En cierta ocasión obligado por mi compañera tuve que intervenir en un programa de radio y me tocó analizar el tema “Caída Libre”, Garo estaba en dicho programa y le dije que sonaban bien pero las letras de la banda eran de “Chicos de Pocitos” en indudable alusión a la pituqués de sus composiciones y dijo al aire que si vivía en ese barrio cajetilla pero agregó que si yo esperaba que escribieran del porro. ¿?
Agrego que gracias a esa intervención y la pesada de Julia me gané los libros “De las cuevas al Solís” por dicho programa (Mundo Cañón)
La Trampa nos dio este disco grandioso y posteriormente feneció lentamente a manos de composiciones seudo poéticas, temas acústicos y el fantasma de Maná soplándoles la nuca con poesías tan pedorras que a lo mejor solo nos quedó elegir dos o tres composiciones por trabajo. Aún así si tuviera que quedarme con un solo y único disco de rock nacional elijo: “Calaveras” del año 1997 con doce tamazos que son una isla en un mar de música nacional donde imperan las rimas boludas y las canciones para novias con acné.
Vamos a ser claros, la gran mayoría de los discos de rock uruguayo no sobreviven más de cuatro oídas, son bastante mediocres y viven menos que una mosca en nuestra memoria, pero por ahí siempre quedará alguna canción suelta de buena factura o que nos llega por tal o cual razón.
La Trampa comenzó con un pie en el canto popular y otro en el rock liderada por el guitarrista Garo Arakelián, su primer trabajo “Toca y Obliga” era muy bueno pero en este segundo disco los tipos creo que por primera vez en la historia del rock nacional sacan a la luz un trabajo donde todos, absolutamente todos los temas son del carajo sin desconocer que el sonido mejoró notablemente comparado con el disco anterior y se metalizó lo suficiente para colocar a la banda dentro del Hard Rock emparentadito con el Heavy Metal. Cabe aclarar que el vocalista Alejandro Spuntone nunca más cantaría como en este disco porque la historia de la banda comienza una caída libre placa con placa de aquí en adelante.
En cierta ocasión obligado por mi compañera tuve que intervenir en un programa de radio y me tocó analizar el tema “Caída Libre”, Garo estaba en dicho programa y le dije que sonaban bien pero las letras de la banda eran de “Chicos de Pocitos” en indudable alusión a la pituqués de sus composiciones y dijo al aire que si vivía en ese barrio cajetilla pero agregó que si yo esperaba que escribieran del porro. ¿?
Agrego que gracias a esa intervención y la pesada de Julia me gané los libros “De las cuevas al Solís” por dicho programa (Mundo Cañón)
La Trampa nos dio este disco grandioso y posteriormente feneció lentamente a manos de composiciones seudo poéticas, temas acústicos y el fantasma de Maná soplándoles la nuca con poesías tan pedorras que a lo mejor solo nos quedó elegir dos o tres composiciones por trabajo. Aún así si tuviera que quedarme con un solo y único disco de rock nacional elijo: “Calaveras” del año 1997 con doce tamazos que son una isla en un mar de música nacional donde imperan las rimas boludas y las canciones para novias con acné.
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