Tuesday, September 6, 2011

Cosita Poca llamada Amor 3

Cosita Poca llamada amor 3
Por: Darío Valle Risoto


Hubo una época antigua antes de la existencia de la Internet en que proliferaron los llamados 0-900, eran líneas telefónicas bastante caras que facturaban alto el minuto donde uno encontraba todo tipo de servicios que iban desde abogados por teléfono hasta hot lines, citas, etcétera.  En aquellos días andaba medio fisurado de chicas y me atreví a agendarme en una de estas líneas donde se disponían a conservar nuestros datos y aspiraciones para conocer mujeres que luego con cierta precaución nos ofrecían en un ida y vuelta que costaba más caro que comprarse una.

Así y todo tuve bastante suerte porque conocí algunas locas que me sacaron del sopor y aburrimiento de ser un tipo treintañero feo y excitado por la vida. Pero hubo de todo y ahora que lo pienso creo que estaba realmente con el cerebro abotargado de tanto espermatozoide acumulado quién sabe donde. ¿Conocen el chiste del dolor de cabeza?

Bien, cierta vez quedo con una mujer de encontrarme en determinado punto de la ciudad, no bien la veo pienso en que no está tan mal aunque es algo mayor de los años que pretendía cargar, fuimos a tomar un café y a los pocos minutos de conversar no se como me saca el tema de que en la cama se banca todo y es una verdadera fiera. ¿Ustedes que harían?

Por lo pronto con una leve sonrisa le confesé que en el sexo soy un verdadero desastre que tengo eyaculación precoz, me duermo a los diez segundos de hacerlo y que por favor no se desnude en el bar porque todavía sigue siendo delito para el código penal y una verdadera afrenta para los acólitos de la iglesia de las sanas costumbres a las que pienso adherirme no bien pueda huir.

Esto viene a cuento porque realmente en estos últimos tiempos me tiene realmente podrido que el sexo llegue a ocupar todos los espacios de comunicación desde el reporte del tiempo hasta los dibujos animados y que toda esta maldita ciudad parezca estar habitada por una sarta de calentones insatisfechos que de tan reprimidos no pueden hablar de otro tema. Y ojo que a mi también me gusta pero estoy en una etapa en la vida donde creo firmemente que la cosa está en los equilibrios y no necesito ver penes, culos, tetas y vaginas las 24 horas del día y mucho menos enterarme de la vida privadísima de cada vecino a través de programas de radio, TV o conversaciones de vereda.

No es que sea un moralista (¿O si?) pero me parece que todos tenemos derecho a nuestros lugares privados y el tema de la pareja, trío o como sea debe mantenerse dentro del terreno de eso mismo: Lo personal y privado. Nunca encontraré nada que admirar en una mujer que a los quince minutos de conocerme me dice que le gusta el 69, la lluvia dorada y el salto del tigre mientras mastica una media luna y me guiña un ojo mal maquillado.
Tampoco me convence mucho ese grupo de amigotes donde uno de ellos, el gordo Cacho por ejemplo: se sitúa en la posición de contarnos con lujo de detalles como le hizo el amor a su mujer mientras los nenes miraban Pokemon en la otra habitación y por la puerta de atrás. Ellos, no los nenes. ¿?

Creo que el tipo esperaba que todos lo levantemos en andas y le regalemos el disfraz del rey gay de 300 para que se sienta más macho y líder de la manada de planchas que a continuación comienzan a desmenuzar las andanzas con sus hembras cuasi fiesta de canibalismo suicida. Cuando me toca a mí, yo les digo: ___ Bien, lo normal. ___ Y me voy del lugar.

Bueno, volviendo a la supuesta ninfomanía que conocí aquella vez terminamos en un hotel bastante prolijo y lo hicimos sin demasiado brillo aunque sus gritos de orgasmos fingidos llegaron a intimidarme un poco sobretodo porque yo estaba recordando que en media hora comenzaban los Simpsons y me interesaban más que esa mujer necesitada de terapia grupal y no de mí que ando por el mundo ya resignado al ostracismo moral.
Porque hoy es realmente inmoral ser respetuoso de la vida privada de las parejas. ¿O no?

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