La Euforia Cachonda 2
Las Alarmas
Por: Darío Valle Risoto
Hay gente que cree erróneamente que si hace mucho ruido es más feliz que los silenciosos tristes que pululamos por el mundo, hay gente que cree que ser famosos es lo más importante y cool del planeta aunque se haga fama siendo un reverendo hijo de puta que vive jodiéndole la paciencia a los silenciosos tristes que pululamos por el mundo.
Hubo alguna vez un pequeño hijo de puta inseguro y maricón que inventó las alarmas para autos, también él mismo o su amante inventó las alarmas para hogares y comercios.
Estos hermosos adminículos cuentan con censores de movimiento que al menor síntoma de invasión comienzan a lanzar sonidos tipo: Turu turu turu, tutuaaa tutuaaa tutuaaa, Piriruuu. piriruuu piriruuu, cloing cloing cloing y vuelve la hermosa sonatina de estos cuatro compases hasta que alguien bienaventurado en esta tierra que puede ser el mismo hijo de una santa prostituta lo apague.
El sistema es bueno si pensamos que pocos lo tengan instalados pero imaginemos una ciudad donde la gran mayoría de autos y hogares lo tiene, imaginemos que a eso de las dos de la mañana usted duerme y suena la alarma de un coche, lo primero que va a pensar es que no es el suyo o tal vez si… entonces, se vuelve a dormir porque cuenta con la maravillosa cualidad de tener un sueño pesado.
¡Pero yo no carajo!
Entonces me despierto a las mismas dos de la mañana pensando en el sodomita que no apaga la maldita alarma y comienzo a planear en llenar una botella con nafta ponerle un trapito en el pico y armado de un encendedor entre los dientes salir a la calle vestido de negro (Bueno es el único color de ropa que tengo) y prenderle fuego al maldito coche y así sonriente sentarme en una vereda esperando a los bomberos y la policía.
¿Qué juez sensato me condenaría?
Creo que nadie podría estar en desacuerdo conmigo que trato desde hace meses de saber donde carajo está el villano galáctico que hace que una alarma suene noche tras noche más o menos al intervalo de dos horas y casi unos dos minutos expela su satánico: Turu turu turu, tutuaaa tutuaaa tutuaaa, Piriruuu Piriruuu piriruuu, cloing cloing cloing.
Es más deberían darme las llaves de la ciudad y ponerme al mando de una patrulla de Nerds silenciosos que recorramos todas las noches la inhóspita Montevideo prendiéndole fuego a todas las malditas alarmas que joden por nada porque paradójicamente siguen habiendo robos y cada vez son más porque los chorros (Cacos, ladrones) saben como apagarlas y entonces estos mecanismos solo funcionan para freírnos los testículos a los que queremos dormir.
¿Y los caños de escape?
Ese es otro tema muy peliagudo, habrá que imponer la ley del: “Caño-culo”. Es decir: Meterle el caño de escape en el mero culo a aquellos que los hacen sonar como si estuviera compitiendo con su automóvil o moto en Indianápolis.
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