Por: Darío Valle Risoto
Blanca, perdida,
con los ojos olvidados
en su memoria
un silencio sin luces
y un caminar errabundo y extraño.
Sus guantes negros y la sombra
de los fantasmas deshilachados
en sus tacos altos la cadencia
de un latido
que marcan sus pasos.
Su boca y la espuma de sangre
que emanan
sus colmillos tan blancos
ella no habla pero la escucho
gritando en mis noches,
gritando.
Cada día me acuesto perdido
muerto de miedo
la voy dibujando
en la oscuridad de mi memoria
en cada rincón de mi triste cuarto
escucho su cadencia
paso tras paso el latido extraño
y se que es ella y tiemblo
aproximandose
vestida de blanco
Con sus uñas de marfil y su cuerpo
mezcla de animal y de diablo,
ella es mi amante la Bruja
del amanecer vampira y espanto.
con los ojos olvidados
en su memoria
un silencio sin luces
y un caminar errabundo y extraño.
Sus guantes negros y la sombra
de los fantasmas deshilachados
en sus tacos altos la cadencia
de un latido
que marcan sus pasos.
Su boca y la espuma de sangre
que emanan
sus colmillos tan blancos
ella no habla pero la escucho
gritando en mis noches,
gritando.
Cada día me acuesto perdido
muerto de miedo
la voy dibujando
en la oscuridad de mi memoria
en cada rincón de mi triste cuarto
escucho su cadencia
paso tras paso el latido extraño
y se que es ella y tiemblo
aproximandose
vestida de blanco
Con sus uñas de marfil y su cuerpo
mezcla de animal y de diablo,
ella es mi amante la Bruja
del amanecer vampira y espanto.
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