Sunday, May 17, 2009

Beto y la Depresión (Cuento)

Beto y la Depresión
Por: Darío Valle Risoto


Como una oleada absorta de pensamientos extraños, ella viene a desfavorecerle las horas, inesperada, codiciosa y maldita la depresión lo absuelve de alegrías y lo clava de cabeza en el mar de la infame grisura.
La ventana le devuelve nubes algodonosas color plomo, de un frío atemorizante las dunas del cielo van cubriendo la tierra dejándolo solo a merced de sus propios fantasmas, nada tiene explicación, malsana su alma, pobre la vida, el espanto de lo siniestro es el pesar de tener un alma que late unas gotas de sangre amarga, inútil, terrible.
De niño se miraba las manos, se preguntaba una y otra vez el destino que tendría su vida, ¿Vivir?, ¿Estoy vivo?, ¿Por qué me duele todo?, ¿Por qué me enfermo y me curo?, ¿Porqué mi padre nunca volvió a casa?.
No podía dormir a veces durante toda la noche, sus ojos abiertos en la oscuridad veían otros ojos, círculos de color entre llamas oscuras que se le acercaban soterrando un grito de temor, tenía pesadillas terribles donde corría por calles de piedra, entre edificios viejos sentía que un robot enorme le seguía caminando sobre sus pies de metal, su cabeza tenía una boca llena de dientes de tiburón, caminaba lentamente pero siempre estaba cerca.
Se despertaba transpirando, mojada la ropa, se agitaba tanto que sobrevenía entonces el chiflido de sus pulmones y el ataque de asma terrible, despiadada, cobardes los sentimientos volvían a llenarlo de preguntas.
¿Por qué vivo?, ¿Por qué el dolor?
Los domingos lo llevaban a la iglesia y hacía que rezaba mientras miraba a la gente triste e inocente arrodillada entre estatuas y cruces, pidiendo algo, siempre pidiendo.
___Un trabajo.
___Salud.
___Que me quieran... que me quiera alguien.
___Que se me quiten los deseos pecaminosos... señor.
Volvía a casa para soportar a las tías hablando con su madre sobre el cura que para ellas era como Rodolfo Valentino, estaban todas calientes con él y se masturbaban pensando en sotanas y rosarios, pero aún no lo sabía, todavía no.
Vino esa prima de Flores que lo apretaba todo el tiempo, lo frotaba, lo besaba a escondidas muy cerca de los labios.
___¡Déjame tranquilo nena!
___¡Puto!
Se iba al altillo y cerraba por dentro, ella agarraba la puerta a patadas hasta que cansada bajaba llorando a contarle a las tías que Beto la tocaba.
Luego explicaciones inútiles, tratar de que cuatro viejas babosas se vayan cuanto antes y quedarse con su madre, Beto odiaba a su madre.
FIN

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