Saturday, May 16, 2009

Otro viernes en dieciocho (Relato)

Otro Viernes en dieciocho
Por: Darío Valle Risoto

Me tocó el número 765 en el Banco Hipotecario para pagar mi alquiler, iban por el 450 más o menos por lo que tomé asiento y me dediqué a observar a la gente, los funcionarios, la enorme cantidad de cámaras con espectadores que nos pueden estar mirando desde alguna ignota sección del banco, el Pentágono o algún planeta distante. Me puse a pensar, a veces lo hago, pongo mis cuatro neuronas a preguntarse cosas y me dije a mí mismo que hicimos un mundo de mierda, donde todo lo tenemos que complicar a nombre de la sociedad, el Estado y nuestro supuesto confort.
Observé que hay gente que vive en otra galaxia y que viste, camina y habla diferente a las mayorías, vi un par de chicas excesivamente atractivas y que parecían personificar su propio capítulo de “sex and the city” y me las imaginé con alpargatas barriendo su casa y haciendo callar a sus hijos a los gritos mientras escuchan cumbias.
Otra mujer veterana, con un viejo atractivo en decadencia estudiaba unos papeles notariales delante de mí y me miraba de reojo de vez en cuando, felizmente me visto políticamente correcto pero por alguna rara razón me sentí incómodo o era porque ya comenzaba a soñar con un baño cercano.
Dos pantallas de televisión con los números que solicitaban junto al de la caja correspondiente, un funcionario que comienza a hablar con la chica de la cafetería y se ríen ambos a carcajadas, mientras una viejita milenaria camina a dos centímetros por hora tratando de llegar a su lugar de pago.
Escucho conversaciones a mi espalda y dos policías bromean con una milica excedida de peso, me imaginé a esa mujer corriendo a un delincuente, mas bien traté, no pude.
Le pregunté a una señorita funcionaria policial donde estaban los baños públicos y me indicó algún lugar a varios kilómetros de cualquiera que tenga los esfínteres cargados, por suerte llegué a tiempo y viví la deliciosa presencia del alivio posterior a la casi explosión tipo géiser de orines, volví tranquilo, probablemente no habían pasado ni la mitad de los más de doscientos usuarios que me separaban de la libertad.
Allá cuando la tierra se termina, me llamaron y cuando voy a pagar me dice el cajero que ese no es el lugar sino el primer piso, que me apure porque están por cerrar, demás estará decirle que cuando me citaron para refinanciar mi pago de alquiler encima de tomarme el pelo incrementando mi deuda ocho años por encima de los 30 que tengo pagados, me indicaron que pague en ESE lugar. Lo dejé creyendo que soy un idiota y subí a pagar, por suerte todo resultó bien.
Afuera anochecía y el frío garantizaba unos huesos ateridos, crucé a duras penas esquivando autos que pretenden asesinarme, motos idem y gente que cruza en diagonal, con los ojos cerrados y de espalda al tránsito.
Uruguay es el país de los suicidios.
Caminé por nuestra principal avenida viendo innumerables chicas muy hermosas, también apuradas como si las corriera el diablo o conversando a través de sus celulares largas y largas cuadras. Unos pibes planchas levantan sus trastos de venta de películas truchas y caminan entre la gente golpeando a algunos con sus mesas desarmadas y sus tablas, cuando pasa una chica muy bien construida le gritan tremenda ordinariez.
Me dieron ganas de pedirle perdón, pero a fin de cuentas pertenezco a otra especie, no puedo hacerme cargo de todo.
Compré una buena dote de DVD’s en el cyber chino y observé la hora para corroborar que mi boleto de dos horas para volver en el colectivo había expirado. Con mi cansancio a cuestas seguí por Colonia mucho más aliviado de gente mientras me cruzo en cierta esquina con una pareja inesperada.
Un hombre mayor con una joven, ambos chinos o coreanos, me detengo y escuchando Rouska en mis auriculares observo a la belleza sublime de esa chica que ni me toma en cuenta y sigue alejándose de mi presencia absolutamente petrificada. La gente sigue pasando a mí alrededor y me vuelve otra vez aquella vieja idea de irme de una puta vez a Oriente.
Al menos allí no existe el Banco Hipotecario del Uruguay.

No comments:

Post a Comment