El paisaje que nos robamos
Por. Darío Valle Risoto
Hicimos nuestro el viento
hicimos nuestra aquella tarde
en que el sol asistía confuso
a tu desnudes y mi sonrisa.
Teníamos todo el oro del mundo
millonarios sin bolsillos ni tesoros
nos confundimos en un abrazo
donde la juventud nos desbordó.
En cada aroma de hierba húmeda
y en el humo dulce del cannabis
sostuvimos eternas vidas
en el negro equilibrio de una noche.
Éramos dos nuevos personajes
corriendo por los bosques perpetuos
indecibles voladores de la madrugada
y arrebatadores del silencio.
La demencia de lo nuevo fue la vida
y lo difícil de dejar de vernos el misterio
cuando se fueron corriendo los años
te recuerdo, fumo y te recuerdo.
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