Por: Darío Valle Risoto
Hay una imagen comercial de los anarquistas como tipos violentos y dispuestos a hacer las acciones más extremas por su causa, que es el fruto del esfuerzo que han puesto los medios de comunicación, (estos al servicio de los poderes establecidos) para sembrar dicho pensamiento. Ahora bien, es muy cierto que en otras épocas los anarquistas en forma grupal o individualmente ejercían actos de violencia como sabotajes, atentados personales o a la propiedad privada, etc. Lejos estoy de entrar en la generalización, pero siempre hubo casos y no digo todos, en que fue necesario tomar acciones extremas ya que en ese momento no había otra solución inmediata.
Recuerdo que en un trabajo hace años un supervisor se escandalizaba por los atentados violentos que los musulmanes ejercían contra sus enemigos, en ese caso se trataba de un hombre bomba que se había hecho estallar en medio de una patrulla fronteriza de los aliados contra Irak. En ese momento la conversación derivó sobre la violencia y este grado de locura en que una persona llega a inmolarse por una causa que cree justa, de allí la conversación a menudo nos lleva a hacer asociaciones casi siempre no muy científicas.
En síntesis yo opiné frente a mis compañeros y este supervisor, que la naturaleza humana es violenta, que los hombres actuamos violentamente unos contra otros todo el tiempo y que si bien ese “terrorista” se había matado para eliminar a cierto grupo de sus enemigos, me parecía mucho más dañina la violencia sicológica que ejercía él con los obreros de la fábrica durante años, que se manifestaba con presiones, malos tratos y amonestaciones casi siempre absurdas o por el solo hecho de ejercer su poder simbólico.
Hace un par de días en un comentario leí una absurda experiencia de un supuesto anarquista Canadiense que se arrepentía de sus ideales asociando una revuelta ciudadana desordenada y absolutamente fuera de control a raíz de una huelga policial. Esto no tiene nada que ver con el anarquismo pero siempre se asocia a los anarquistas con la violencia, porque malignamente se denomina “anarquía” a una manifestación de desorden por parte de cierto grupo o sector de personas.
Cuándo nos socializamos y formamos tribus, pueblos, ciudades, inmediatamente comenzamos a delegar ciertas funciones para tomar otras, una de ellas es la llamada “Seguridad”, pero ¿Qué es la seguridad?. Es ni más ni menos que un estado de confort en donde se respete la propiedad privada de los individuos y la vida humana. Para que funcione este pacto entre los hombres desde los legisladores hasta el policía que camina por las calles se encargan de ello, esto trae aparejado que la ciudadanía haya delegado su defensa en contra de sus semejantes en determinadas instituciones que supuestamente responderían a sus necesidades.
¿Pero que pasa cuando estas instituciones fallan?, ¿Qué pasa cuando estas instituciones responden a mafias e intereses personales que se sobreponen a la vida y la salud del ciudadano común?
Por un lado existen las manifestaciones violentas de la maza humana en contra de estas instituciones expresadas en forma espontánea y carente de ideología que surge como explosión de violencia gratuita en contra de todo y de todos, pero principalmente a los objetos que representan al enemigo circunstancial. Esto no es anarquismo, es estupidez humana.
Otra cosa son los movimientos organizados, hoy en día en su mayor parte pacíficos, que se forman para oponerse a estos grupos de presión institucionalizada que curiosamente ejercen la violencia sobre un sector casi siempre carente de recursos, que no forma parte de la elite del poder o es extranjero y que deberían también proteger, pero claro: ¿Cómo los van a proteger si ponen en peligro sus intereses personales con absurdas ideologías como: paz, derechos humanos, alimento, ecología o educación?.
Hay actos de violencia que funcionan como el rifle sanitario que se usa contra el ganado para evitar una plaga, es difícil la comparación y se acerca peligrosamente al fascismo, pero cuando vi la película La Patagonia Rebelde y el milico que mató a decenas de obreros sindicalizados en el sur argentino fue muerto por la explosión de una bomba casera, el tipo que la tiró fue mi héroe.
Recuerdo que en un trabajo hace años un supervisor se escandalizaba por los atentados violentos que los musulmanes ejercían contra sus enemigos, en ese caso se trataba de un hombre bomba que se había hecho estallar en medio de una patrulla fronteriza de los aliados contra Irak. En ese momento la conversación derivó sobre la violencia y este grado de locura en que una persona llega a inmolarse por una causa que cree justa, de allí la conversación a menudo nos lleva a hacer asociaciones casi siempre no muy científicas.
En síntesis yo opiné frente a mis compañeros y este supervisor, que la naturaleza humana es violenta, que los hombres actuamos violentamente unos contra otros todo el tiempo y que si bien ese “terrorista” se había matado para eliminar a cierto grupo de sus enemigos, me parecía mucho más dañina la violencia sicológica que ejercía él con los obreros de la fábrica durante años, que se manifestaba con presiones, malos tratos y amonestaciones casi siempre absurdas o por el solo hecho de ejercer su poder simbólico.
Hace un par de días en un comentario leí una absurda experiencia de un supuesto anarquista Canadiense que se arrepentía de sus ideales asociando una revuelta ciudadana desordenada y absolutamente fuera de control a raíz de una huelga policial. Esto no tiene nada que ver con el anarquismo pero siempre se asocia a los anarquistas con la violencia, porque malignamente se denomina “anarquía” a una manifestación de desorden por parte de cierto grupo o sector de personas.
Cuándo nos socializamos y formamos tribus, pueblos, ciudades, inmediatamente comenzamos a delegar ciertas funciones para tomar otras, una de ellas es la llamada “Seguridad”, pero ¿Qué es la seguridad?. Es ni más ni menos que un estado de confort en donde se respete la propiedad privada de los individuos y la vida humana. Para que funcione este pacto entre los hombres desde los legisladores hasta el policía que camina por las calles se encargan de ello, esto trae aparejado que la ciudadanía haya delegado su defensa en contra de sus semejantes en determinadas instituciones que supuestamente responderían a sus necesidades.
¿Pero que pasa cuando estas instituciones fallan?, ¿Qué pasa cuando estas instituciones responden a mafias e intereses personales que se sobreponen a la vida y la salud del ciudadano común?
Por un lado existen las manifestaciones violentas de la maza humana en contra de estas instituciones expresadas en forma espontánea y carente de ideología que surge como explosión de violencia gratuita en contra de todo y de todos, pero principalmente a los objetos que representan al enemigo circunstancial. Esto no es anarquismo, es estupidez humana.
Otra cosa son los movimientos organizados, hoy en día en su mayor parte pacíficos, que se forman para oponerse a estos grupos de presión institucionalizada que curiosamente ejercen la violencia sobre un sector casi siempre carente de recursos, que no forma parte de la elite del poder o es extranjero y que deberían también proteger, pero claro: ¿Cómo los van a proteger si ponen en peligro sus intereses personales con absurdas ideologías como: paz, derechos humanos, alimento, ecología o educación?.
Hay actos de violencia que funcionan como el rifle sanitario que se usa contra el ganado para evitar una plaga, es difícil la comparación y se acerca peligrosamente al fascismo, pero cuando vi la película La Patagonia Rebelde y el milico que mató a decenas de obreros sindicalizados en el sur argentino fue muerto por la explosión de una bomba casera, el tipo que la tiró fue mi héroe.
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