Estimado Jhonny
Por: Darío Valle Risoto
Por: Darío Valle Risoto
Hace tiempo quería contarte que siempre que veo una película tuya o una serie, tanto de Tarzán como de Jim de la selva, recuerdo a mi padre, es esa familiaridad con ciertos personajes que me quedó de aquellas tardes en el conventillo, donde luego de hacer los deberes de la escuela, me sentaba frente a la televisión Columbia, una enorme tele de 24 pulgadas en blanco y negro para ver tus películas.
Mi padre, enorme, mi primer superhéroe, me narraba desde antes de aprender a leer tus aventuras, se paraba inmenso en su estatura de un metro noventa y ocho y me contaba que te tiraste del puente de New York contra la prohibición de tus productores cuando filmabas Tarzán en Nueva York, no se si será cierto pero yo asistía a la representación de mi viejo con los ojos fijos en su historia.
También íbamos con mi padre al cine, principalmente al Intermezzo dela Unión barrio donde nací y me crié hasta los quince años, vimos varias películas de Tarzán, algunas con otros intérpretes y mi padre si era así me decía: ___Johnny Weissmuller es el auténtico Tarzán, ningún otro como él.
¿Te imaginas?, Hasta hoy cualquier Tarzán por bueno que sea me resulta una parodia de tu presencia entre salvaje y altiva como rey de la jungla africana, allí donde iba el hombre blanco a cazar o a depredar.
Pero los años habían pasado y te vimos veterano interpretando a Jim de la Selva, igual eras vos, ya no gritabas ese enorme grito de triunfo mezcla de tirolés y rugido de animal, pero igual tus aventuras me reclamaban con un vaso de leche con cocoa en la mano y todo el sabor de una vida aventurera en el corazón.
Años después me dijeron que Johnny Weismuller estaba viejo y loco y que internado en un hospital trataba de gritar como en su años mozos, pero no era cierto, lo que había era un viejo intérprete de cine que olvidado por los años se fue cayendo en el pozo de las nostalgias para resurgir cada vez más vital y valiente en cada repetición de su abundante obra.
Gracias Johnny y si por casualidad vez a mi viejo, fírmale un autógrafo que se va a poner muy contento.
Mi padre, enorme, mi primer superhéroe, me narraba desde antes de aprender a leer tus aventuras, se paraba inmenso en su estatura de un metro noventa y ocho y me contaba que te tiraste del puente de New York contra la prohibición de tus productores cuando filmabas Tarzán en Nueva York, no se si será cierto pero yo asistía a la representación de mi viejo con los ojos fijos en su historia.
También íbamos con mi padre al cine, principalmente al Intermezzo de
¿Te imaginas?, Hasta hoy cualquier Tarzán por bueno que sea me resulta una parodia de tu presencia entre salvaje y altiva como rey de la jungla africana, allí donde iba el hombre blanco a cazar o a depredar.
Pero los años habían pasado y te vimos veterano interpretando a Jim de la Selva, igual eras vos, ya no gritabas ese enorme grito de triunfo mezcla de tirolés y rugido de animal, pero igual tus aventuras me reclamaban con un vaso de leche con cocoa en la mano y todo el sabor de una vida aventurera en el corazón.
Años después me dijeron que Johnny Weismuller estaba viejo y loco y que internado en un hospital trataba de gritar como en su años mozos, pero no era cierto, lo que había era un viejo intérprete de cine que olvidado por los años se fue cayendo en el pozo de las nostalgias para resurgir cada vez más vital y valiente en cada repetición de su abundante obra.
Gracias Johnny y si por casualidad vez a mi viejo, fírmale un autógrafo que se va a poner muy contento.
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