Por: Darío Valle Risoto
Estamos frente a una película no apta para gente sensible, donde se narra una historia sencilla y probablemente condenada al estereotipo de cierto cine de consumo sobre sexo, violencia y sangre si no fuera porque todo el filme está muy bien narrado, las actuaciones son perfectas y hasta el clima y el sonido ambiente cooperan para que esta cruda historia nos tenga muy tensos frente a la pantalla.
Cuatro chicas que viajan al interior encuentran a una joven violada y moribunda, queriendo hacer la denuncia terminan perseguidas por los delincuentes e inmersas en una escalada de violencia que inevitablemente se lleva vidas y no deja demasiadas opciones para las sobrevivientes.
Inesperadas escenas y crudas imágenes de algo que lamentablemente dista mucho de ser una fantasía por más que esta historia en particular lo sea.
Me pareció muy bien la forma de narrar las violaciones ya que distan mucho de aquel cine del mismo género que en la década del setenta venía y mucho de los estados unidos, generalmente utilizaban actrices porno e improvisados actores que hacían de estos filmes casi un chiste. En este caso es sorprendente como las escenas no dejan espacio para el erotismo ya que la violencia gratuita de estos tipos nos deja estupefactos. Allí es cuando una película es buena, cuando nos involucra en la acción y nos transforma en un integrante invisible de la narración.
Casi predecible el final pero ya les digo, lo magistral de este filme de una productora Argentina y Platense, es que todo está mostrado en un perfecto equilibrio donde no creo que haya habido grandes gastos de producción pero si un gusto muy grande por lo que hacen.
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