Sam Harris
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El mensaje fundamental de Harris es que ha llegado el momento de hablar abierta y honestamente sobre religión, cosa que no se ha hecho hasta la fecha. El autor considera que está en peligro la supervivencia de la civilización por el tabú contra cualquier cuestionamiento de las creencias religiosas. Aunque destaca lo que reconoce como un problema particular del Islam en este momento respecto al terrorismo internacional, Harris hace una crítica directa de la religión de todos los estilos y tendencias. Ve la religión como un obstáculo para progresar hacia enfoques más claros de la espiritualidad y la ética. Ha escrito que "el chamanismo, el Gnosticismo, la Cábala, el Hermetismo y otras corrientes bizantinas en las que el hombre ha buscado al Otro en cualquier revestimiento de su concepción" son fuerzas constructivas y las experiencias espirituales pueden "descubrir hechos genuinos acerca del mundo".
Al tiempo que se define como ateo, Harris asevera que este término no es necesario. Su postura es que el ateísmo no es una visión del mundo o una filosofía, sino la "destrucción de malas ideas". Afirma que la religión es especialmente fecunda en malas ideas, llamándola "uno de los más perversos desaprovechamientos de la inteligencia que nunca se han desarrollado." Harris compara las creencias religiosas de la actualidad con los mitos de la Grecia Clásica, que fueron aceptados una vez como reales, pero están hoy día desfasados. En una entrevista en enero de 2007 a la PBS, Harris apuntó que: "No tenemos una palabra para los no creyentes en Zeus, lo cual es cómo decir que somos todos ateos respecto a Zeus, y tampoco tenemos una palabra para designar a los que no son astrólogos". El continúa diciendo que el término ateo será abolido sólo cuando "alcancemos un nivel de honestidad intelectual donde nunca más pretendamos tener razón sobre las cosas sobre las que no tenemos certeza".
Harris también rechaza que la Biblia fuera inspirada por un Dios omnisciente. Establece que si ese fuera el caso, el Libro podría "hacer predicciones específicas y constatables sobre los acontecimientos humanos". En su lugar, la Biblia "no contiene ni una frase que no pueda haber sido escrita por un hombre o mujer del siglo I".
En El Fin de la Fe, Harris dedica un capítulo a "La naturaleza de las creencias". Su principal argumento es que todas nuestras creencias, excepto aquellas relacionadas con un dogma religioso, están basadas en la evidencia y la experiencia. Dice que la religión permite puntos de vista que incluso son venerados como "sagrados", que en otros ámbitos podrían ser tachados como "locuras". El autor presta una atención específica a enseñanzas tales como la transubstanciación de la doctrina católica, según la cual, durante la Misa, en la Eucaristía, el pan y el vino se transforman en toda su esencia en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Harris discute que si un individuo desarrollara esta creencia por su cuenta, sería tachado sin duda de "loco". En el contexto de la religión, no obstante, tales enseñanzas no se cuestionan -y además no pueden cuestionarse-. Harris escribe que es un mero accidente histórico que sean consideradas como normales en nuestra sociedad creencias como que el Creador del Universo puede oír tus pensamientos, mientras que pueda ser un signo de enfermedad mental la creencia en que Él se comunica contigo mediante el código Morse mientras la lluvia cae sobre los cristales de tu habitación."
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El mensaje fundamental de Harris es que ha llegado el momento de hablar abierta y honestamente sobre religión, cosa que no se ha hecho hasta la fecha. El autor considera que está en peligro la supervivencia de la civilización por el tabú contra cualquier cuestionamiento de las creencias religiosas. Aunque destaca lo que reconoce como un problema particular del Islam en este momento respecto al terrorismo internacional, Harris hace una crítica directa de la religión de todos los estilos y tendencias. Ve la religión como un obstáculo para progresar hacia enfoques más claros de la espiritualidad y la ética. Ha escrito que "el chamanismo, el Gnosticismo, la Cábala, el Hermetismo y otras corrientes bizantinas en las que el hombre ha buscado al Otro en cualquier revestimiento de su concepción" son fuerzas constructivas y las experiencias espirituales pueden "descubrir hechos genuinos acerca del mundo".
Al tiempo que se define como ateo, Harris asevera que este término no es necesario. Su postura es que el ateísmo no es una visión del mundo o una filosofía, sino la "destrucción de malas ideas". Afirma que la religión es especialmente fecunda en malas ideas, llamándola "uno de los más perversos desaprovechamientos de la inteligencia que nunca se han desarrollado." Harris compara las creencias religiosas de la actualidad con los mitos de la Grecia Clásica, que fueron aceptados una vez como reales, pero están hoy día desfasados. En una entrevista en enero de 2007 a la PBS, Harris apuntó que: "No tenemos una palabra para los no creyentes en Zeus, lo cual es cómo decir que somos todos ateos respecto a Zeus, y tampoco tenemos una palabra para designar a los que no son astrólogos". El continúa diciendo que el término ateo será abolido sólo cuando "alcancemos un nivel de honestidad intelectual donde nunca más pretendamos tener razón sobre las cosas sobre las que no tenemos certeza".
Harris también rechaza que la Biblia fuera inspirada por un Dios omnisciente. Establece que si ese fuera el caso, el Libro podría "hacer predicciones específicas y constatables sobre los acontecimientos humanos". En su lugar, la Biblia "no contiene ni una frase que no pueda haber sido escrita por un hombre o mujer del siglo I".
En El Fin de la Fe, Harris dedica un capítulo a "La naturaleza de las creencias". Su principal argumento es que todas nuestras creencias, excepto aquellas relacionadas con un dogma religioso, están basadas en la evidencia y la experiencia. Dice que la religión permite puntos de vista que incluso son venerados como "sagrados", que en otros ámbitos podrían ser tachados como "locuras". El autor presta una atención específica a enseñanzas tales como la transubstanciación de la doctrina católica, según la cual, durante la Misa, en la Eucaristía, el pan y el vino se transforman en toda su esencia en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Harris discute que si un individuo desarrollara esta creencia por su cuenta, sería tachado sin duda de "loco". En el contexto de la religión, no obstante, tales enseñanzas no se cuestionan -y además no pueden cuestionarse-. Harris escribe que es un mero accidente histórico que sean consideradas como normales en nuestra sociedad creencias como que el Creador del Universo puede oír tus pensamientos, mientras que pueda ser un signo de enfermedad mental la creencia en que Él se comunica contigo mediante el código Morse mientras la lluvia cae sobre los cristales de tu habitación."
"Digale a un cristiano devoto que su esposa lo engaña o que el helado de yogur puede hacer invisible a un hombre y seguramente habra de exigir tanta evidencia como cualquier otra persona y sera persuadido solamente segun sea provisto de ella. Pero digale que el libro que tiene al lado de su cama fue escrito por una deidad invisible que lo castigara con fuego eterno si no acepta sus increibles aserciones sobre el universo y no habra de requerir evidencia alguna en absoluto."
Sam Harris
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