Rondando tu esquina
Por: Darío Valle Risoto
Nunca llegué a tanto, nunca caminé por el barrio de alguna amada luego del abandono pero si rondé las cuatro paredes de mi casa como un tigre herido de muerte. Y tal como el mono que sobreviene cuando falta la dosis de la droga más dura el retorno de los recuerdos hace que el corazón sufra como nada y el vacío, la falta de ella puede agigantarse hasta ahogarnos de pena. Y ese debe ser el peor ahogo, el peor dolor.
Por eso reivindico el estado sin amor, la libertad de no atarse ni al recuerdo ni a la presencia de una mujer que idefectiblemente nos pegará un tiro en el alma, es mejor querer, es mejor amar sin el encanto terrible del enamoramiento.
Enrique Cadícamo fue otro grande de la Argentina que nos dejó una inigualable lista de grandes canciones que superarán por siglos su existencia para así tal vez ver alguna etapa de nuestras vidas reflejadas en letras como esta:
Rondando tu esquina
Enrique Cadícamo
Esta noche tengo ganas de buscarla,
de borrar lo que ha pasado y perdonarla.
Ya no me importa el qué dirán
ni de las cosas que hablarán...
¡Total la gente siempre habla!
Yo no pienso más que en ella a toda hora.
Es terrible esta pasión devoradora.
Y ella siempre sin saber,
sin siquiera sospechar
mis deseos de volver...
¿Qué me has dado, vida mía,
que ando triste noche y día?
Rondando siempre tu esquina,
mirando siempre tu casa,
y esta pasión que lastima,
y este dolor que no pasa.
¿Hasta cuando iré sufriendo
el tormento de tu amor?
Este pobre corazón que no la olvida
me la nombra con los labios de su herida
y ahondando más su sinsabor
la mariposa del dolor
cruza en la noche de mi vida.
Compañeros, hoy es noche de verbena.
Sin embargo, yo no puedo con mi pena
y al saber que ya no está,
solo, triste y sin amor
me pregunto sin cesar.
Enrique Cadícamo
Esta noche tengo ganas de buscarla,
de borrar lo que ha pasado y perdonarla.
Ya no me importa el qué dirán
ni de las cosas que hablarán...
¡Total la gente siempre habla!
Yo no pienso más que en ella a toda hora.
Es terrible esta pasión devoradora.
Y ella siempre sin saber,
sin siquiera sospechar
mis deseos de volver...
¿Qué me has dado, vida mía,
que ando triste noche y día?
Rondando siempre tu esquina,
mirando siempre tu casa,
y esta pasión que lastima,
y este dolor que no pasa.
¿Hasta cuando iré sufriendo
el tormento de tu amor?
Este pobre corazón que no la olvida
me la nombra con los labios de su herida
y ahondando más su sinsabor
la mariposa del dolor
cruza en la noche de mi vida.
Compañeros, hoy es noche de verbena.
Sin embargo, yo no puedo con mi pena
y al saber que ya no está,
solo, triste y sin amor
me pregunto sin cesar.
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