Thursday, December 9, 2010

Montevideo huele muy mal

Recibo y Publico
Por: Pablo Romero
 
Estimados/as, los invito a leer el siguiente texto (escrito unas horas antes de que finalmente la Intendenta decrete la esencialidad) y a debatir sobre el tema -con el debido respeto, más allá de las saludables e inevitables diferencias de opiniones-, dejando sus comentarios en mi blog www.romeroweb.com (o  http://pabloromero7.blogspot.com).
Abrazos,
Pablo

Montevideo huele muy mal

Montevideo parece estar convirtiéndose en la capital de la basura, rehén de un conflicto desencadenado una vez más por la peor expresión del sindicalismo uruguayo, título que merecidamente se llevan los integrantes de ADEOM. Este sindicato de trabajadores municipales -que desde hace años para obtener sus desmedidos privilegios apela permanentemente con notable éxito a castigar de variadas formas a los pobladores de la capital como mecanismo sistemático de efectiva presión a las autoridades- se ha erigido como el verdadero polo de poder político de nada más ni nada menos que el segundo gobierno en importancia de nuestro país. Incontenibles ya en anteriores administraciones del Frente Amplio, parecen haber encontrado aún mayores facilidades en un gobierno municipal llevado adelante por representantes del Partido Comunista (PCU), minoritario sector de la izquierda uruguaya que obtuvo el manejo del poder en Montevideo tras su alianza con Mujica y el MPP, quienes le devolvieron -para la ocasión del reparto político del poder de cara a las elecciones municipales- el favor recibido por el apoyo de los comunistas en el Congreso frenteamplista del 2009 (en aquel momento, el PCU y el MPP se aliaron para desacreditar la candidatura presidencial de Astori en favor de la de Mujica (MPP) y luego volvieron a unirse para favorecer la candidatura a Intendente de Ana Olivera (PCU) en contra del candidato socialista Daniel Martínez).

Es importante recordar, además, que varios integrantes de la directiva de ADEOM son activos militantes del PCU, lo cual en buena medida colabora con que el conflicto sea aún más difícil de resolver por parte de la Intendenta Ana Olivera, quien se muestra demasiado comprometida con su sector político, olvidándose que debería gobernar para todos los montevideanos, convirtiéndose así en un punto muy débil al momento de ejercer efectivamente el gobierno y la autoridad.

Mientras la basura comienza a pudrirse en nuestras calles –proceso que se acelera con esos días de altas temperaturas- y lentamente nos acercamos al límite de comenzar a tener problemas sanitarios, algo huele muy mal también a nivel político.

¿Quién finalmente ganará esta pulseada entre ADEOM y el PCU? De momento, perdemos todos los montevideanos con un sindicato abusivo y carente de solidaridad y un gobierno que se olvida de gobernar y se muestra absolutamente ineficaz para resolver el conflicto desencadenado por sus propios compañeros de otras luchas -y por un modus operandi que tan bien conoce y que siempre ha alentado desde su concepción de cómo el sindicalismo debe actuar para obtener sus reclamos corporativos-. En algún punto, enfrentarse a su propio espejo parece que ha dejado paralizada a la Intendenta y a la capacidad de gobernar del PCU.

Quizás sea tiempo de que Mujica y su gobierno –que carga con varios frentes de conflictos con otros sectores sindicales que parecen irse “adeomizando”, adoptando una receta que resulta altamente exitosa frente a gobernantes de izquierda- asuma también la responsabilidad de este enredo que en buena medida le corresponde. El espectáculo de la impotencia del gobierno central y el gobierno municipal frente a los reclamos abusivos de los sindicatos privilegiados de nuestro país, genera una sensación nada saludable en el Uruguay de estos días: las autoridades elegidas parece que no son quienes efectivamente mandan, sino que el poder está en manos de las cúpulas sindicales –particularmente las vinculadas a sectores minoritarios de la izquierda uruguaya-. ¿Son, entonces, estos sectores los que marcan la cancha y efectivamente gobiernan en nuestro país? Del presidente Mujica y la Intendenta Olivera -provenientes precisamente del MPP y el PCU, sectores dominantes del aparato sindical uruguayo- depende que esta situación se modifique y que gobiernen aquellos que sí hemos votado. Bastará con que ejerzan el gobierno y la autoridad (que no supone autoritarismo), para lo cual cuentan con toda la legitimización popular y con el aval de la amplia mayoría de los uruguayos, que son los que en definitiva se perjudican a diario con esta situación de conflicto permanente.

¿Qué siguen esperando nuestras principales autoridades? ¿Hasta cuándo debemos aceptar ser pasivos espectadores y víctimas de esta situación de patoterismo sindical y falta de ejercicio del principio básico de autoridad por parte de los gobernantes? ¿Hasta cuándo la imposición de la prédica de los derechos por sobre toda forma y práctica de responsabilidad? En tanto, en cada esquina de Montevideo, el olor reinante parece ser una viva metáfora de la actual situación política en el país, dominado por los conflictos sindicales.

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