Ella y era el SolPor: Darío Valle Risoto
La calidés de su rostro
era el sol en sus manos
el silencio del plenilunio
el candor de su regazo,
la lucidéz de su sueño
en el cobijo del llanto,
era razón de mi Luna
el cometido y el remanzo.
La palidez de su muerte
la frigidéz que palpamos,
en esa estatua de carne
en esa línea de marmol.
La placidéz le dio alas
y bella en la muerte acaso
me llamó en mis noches
me reclamó en el ocaso.
Si esta vida es burla
si he perdido los años,
tal vez esté conjurado
por un ridículo diablo
para pintarla en mil óleos
y perpetuarla en mis cuadros.
Cuando mi amada vuelva
entonces...
ya no seré necesario.
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