La Ruta del último veranoPor: Darío Valle Risoto
Hacía un día realmente agradable, aunque el calor era algo excesivo más no para ser verano. caminamos abajo hacia la playa cruzando la pequeña calleja de piedras, una de las últimas de la vieja colonia que aún conservan esos faroles metálicos de dos esferas cada uno. Ambos sabíamos que el verano se iba inexorablemente y con él nuestro romance ya que en Montevideo nos esperan nuestras vidas, le roce la mejilla con la punta de los dedos sintiendo una leve ola de electricidad.
¿Como nos conocimos?
El misterio de la vida se ensaña con los solitarios poniéndoles esas trampas donde se pueden reencontrar almas perdidas como las nuestras. Ella una mujer diez años más vieja que yo y sin embargo con unas ganas de vivir que aturden y yo... un solitario irreverente que nunca creyó en la familia.
¿Como fue que me acerqué a su mesa en el parador aquel sábado?
¿Cuantas veces nos hicimos el amor hasta que el amanecer entró como un zarpazo por la ventana del bungalow?
Demasiadas preguntas y Leticia que se agacha a la orilla del mar para mojarse las manos con el agua salvaje y salada, yo miro al viejo pescador y sueño despierto.
Pronto se irá el verano y volveré a las ruinas de mi vida cotidiana.
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