Prisioneros de la Noche
Por: Darío Valle Risoto
Acompañados
la soledad no es tan fría
ni el miedo un refugio del terror.
Acosados por ser diferentes
hicimos de la muerte una aliada
que nunca nos dejó
menos desamparados
que esta vida absurda.
Fuimos los hijos de la furia
en una ciudad agreste
rabioso laberinto de cemento
y ventanas expectantes.
Animalizados
nos hicimos el amor con recelo
ya que nadie nos enseñó
a ser menos tristes
y más felices,
nuestras lágrimas de sangre
están allí como testigos
de que no pedimos clemencia
pero siempre...
nos la exigieron.
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