Por: Darío Valle Risoto
Su mirada cargaba la tristeza de aquel que sufre los dolores ajenos como suyos, nunca suficientemente recordado, el flaco Discépolo sobrevive las épocas tal vez tan grande como Carlos Gardel, querido como un entrañable hermano por sus congéneres de las noches porteñas supieron dos grandes del cielo de pompeya plasmar en una letra hermosa su vida y así inicio para ustedes un ciclo de estas poesías del Río de la Plata, es así que les dejo la primera letra de varias que iré colgando este tango: Discepolín escrito por Homero Manzi y con música de ese gordo increíble: Anibal Troilo. ¡Que Joya increíble!.
Hubiera comenzado por Sur, mi tango preferido pero me acordé del flaco solo allí en la esquina de todos los bares escribiendo en su servilleta algunos versos inmortales y...
Discepolín (1951)
Letra de Homero Manzi
Musica de Anibal Troilo
Sobre el mármol helado, migas de medialuna
y una mujer absurda que come en un rincón;
tu musa está sangrando y ella se desayuna:
el alba no perdona, no tiene corazón.
Al fin, ¿quién es culpable de la vida grotesca
y del alma manchada con sangre de carmín?
Mejor es que salgamos antes de que amanezca,
antes de que lloremos, viejo Discepolín...
Conozco de tu largo aburrimiento
y comprendo lo que cuesta ser feliz,
y al son de cada tango te presiento
con tu talento enorme y tu nariz.
Con tu lágrima amarga y escondida,
con tu careta pálida de clown
y con esa sonrisa entristecida
que florece en verso y en canción.
La gente se te arrima con su montón de penas
y tú las acaricias casi con temblor;
te duele como propia la cicatriz ajena;
aquél no tuvo suerte, y ésta no tuvo amor.
La pista se ha poblado al ruido de la orquesta:
se abrazan bajo el foco muñecos de aserrín.
¿No ves que están bailando?... ¿No ves que están de fiesta?
Vamos, que todo duele, viejo Discepolín...
Su mirada cargaba la tristeza de aquel que sufre los dolores ajenos como suyos, nunca suficientemente recordado, el flaco Discépolo sobrevive las épocas tal vez tan grande como Carlos Gardel, querido como un entrañable hermano por sus congéneres de las noches porteñas supieron dos grandes del cielo de pompeya plasmar en una letra hermosa su vida y así inicio para ustedes un ciclo de estas poesías del Río de la Plata, es así que les dejo la primera letra de varias que iré colgando este tango: Discepolín escrito por Homero Manzi y con música de ese gordo increíble: Anibal Troilo. ¡Que Joya increíble!.
Hubiera comenzado por Sur, mi tango preferido pero me acordé del flaco solo allí en la esquina de todos los bares escribiendo en su servilleta algunos versos inmortales y...
Discepolín (1951)
Letra de Homero Manzi
Musica de Anibal Troilo
Sobre el mármol helado, migas de medialuna
y una mujer absurda que come en un rincón;
tu musa está sangrando y ella se desayuna:
el alba no perdona, no tiene corazón.
Al fin, ¿quién es culpable de la vida grotesca
y del alma manchada con sangre de carmín?
Mejor es que salgamos antes de que amanezca,
antes de que lloremos, viejo Discepolín...
Conozco de tu largo aburrimiento
y comprendo lo que cuesta ser feliz,
y al son de cada tango te presiento
con tu talento enorme y tu nariz.
Con tu lágrima amarga y escondida,
con tu careta pálida de clown
y con esa sonrisa entristecida
que florece en verso y en canción.
La gente se te arrima con su montón de penas
y tú las acaricias casi con temblor;
te duele como propia la cicatriz ajena;
aquél no tuvo suerte, y ésta no tuvo amor.
La pista se ha poblado al ruido de la orquesta:
se abrazan bajo el foco muñecos de aserrín.
¿No ves que están bailando?... ¿No ves que están de fiesta?
Vamos, que todo duele, viejo Discepolín...
No comments:
Post a Comment