Por: Darío Valle Risoto
Una mesa adornada de cercenadas cabezas
corazones negros de cristianos muertos,
Un candelabro de velas sacramentales
y el demonio como invitado siniestro.
La risa, la carne, la sangre y el sexo
que adornan un árbol de sueños quietos.
ella de blanco y la llama en sus ojos,
las serpientes que rodean todos los rostros,
los pasos del sabbath en movimiento
la navidad que recuerda al traidor insurrecto.
No será posible el brindis de sangre,
ni la esperanza de un mundo sin cielo,
cadenas que atan y Biblias de recuerdos
de mundos absurdos y dioses del flagelo,
el castigo, la prueba, un todo de misterio
y los Ángeles caídos como únicos en el tiempo.
No será necesario el padre ni el hijo,
tampoco los mandamientos,
ni los especulares rezos.
En esta navidad de negro te quiero
y es lo único que importa...
ni el infierno ni el cielo.
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