Quiso un alma sola
perderse en el imperio del viento
el bosque la esperó hambriento
y ella se entregó sin demora,
Graznó allí el cuervo
y sus alas la vistieron a solas
sobre la cañada helada en la bruma
ella se desangró de auroras.
Maldita la piedra le dio asilo
para que ella no se muriera sola
y convertida en lápida le hizo sitio
en el cementerio entre amapolas.
Allí peregrinan los góticos
y beben el vino ácido esperando
que también les llegue la hora
para que las sangre se derrame
donde el espíritu de la noche aflora.
Quiso un alma muy sola
inmolarse en el frío aquel invierno
y resucitó entre las tumbas
como una esfinge de mármol negro
y las alas de una aparición...
Seductora.
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