La opinión y la crítica
Por: Darío Valle Risoto
Resulta arriesgado impartir opiniones porque los gustos siempre están divididos, ni que hablar del arte porque esto podrá afectar corazones sensibles y volverlos airados. El cine no escapa al alcance de opinólogos varios en los que desde luego me incluyo. Siempre en mi país me asombró la capacidad de los críticos cinematográficos para conocer nombres de directores, actores, realizadores, estilos, formas y estéticas varias, eso demuestra una gran memoria y desde luego que estos saben mucho del tema pero: ¿Podrán influir en nuestro gusto?. Casi siempre lo hacen positiva o negativamente.
Por mi parte sin ser crítico cinematográfico, literario o lo que sea, me gusta dar mi opinión basado en mi subjetiva, muy subjetiva elección de lo que voy a abordar. Prácticamente me gustan todos los géneros cinematográficos y aquellos que me desagradan me han dado sorpresas como por ejemplo el musical.
Sin embargo determinados puntos de vista levantan respuestas enojadas de quienes toman otra posición, cierta vez un compañero en Comunicación que llevaba años trabajando en una productora cinematográfica me dijo: “Yo voy al cine para que me mientan pero que me mientan bien”, nada más cierto. Hoy que es época de alta tecnología en imagen y sonido y donde es posible recrearlo casi todo por ordenador las obras transcurren peligrosamente por el camino del efectismo visual alejándose la mayoría de las veces de un guión donde la trama sea lo más importante. Felizmente hay muchas excepciones pero como en la publicidad, nos colocamos la mayoría de las veces como el idóneo espectador frente a obras que en realidad no fueron confeccionadas para nosotros.
Existe una maza humana anónima y que no reacciona frente a estímulos demasiado originales que es presa fácil de la manipulación mediática donde es tan sencillo vender porque alcanza con poner un par de rubias junto a un automóvil último modelo y ametrallarnos con una campaña intensiva que nos obligue a ir a ver tal o cual película, de nosotros depende darnos cuenta.
Por último, a veces el crítico permanece como una raza intelectual que consume Fellini, admira la escuela de Strasberg y tiembla de emoción frente al Acorazado Potenkin, sin embargo podrá decirnos que: “La fiesta de Babette” es una obra cumbre del cine y por lo tanto mirará con desdén: “Spiderman 3” porque es menor y no para paladares exquisitos. También existen los que se florean conociendo cada pieza de buen cine y miran escondidos: “Las tortugas Ninja”, hay de todo en este mundo.
Así que si leen mis críticas que yo prefiero llamar comentarios, sepan que no pretendo más que dar la opinión de un espectador adicto a casi todo el cine y que tras varios años de consumir mucho de él, a veces siente que las cosas se repiten y busca asombrarse con un giro menos espectacular pero tal vez algo creativo.
Y olviden que hay críticos objetivos, eso es imposible, la objetividad es un horizonte a perseguir (Si se quiere) que nunca se alcanza porque desde la simple elección del filme hasta las comparaciones con otros del mismo estilo, nuestra “Objetiva” visión de la historia estará contaminada por nuestro gusto.
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