Thor
Por: Jordi Costa
En Mallrats, una de las películas más infravaloradas de Kevin Smith, el cineasta imaginaba una posible religión laica para los supervivientes de la generación x, el posadolescente consumista era el creyente que intentaría emular la hiperrealidad de los superhéroes del comic book que en su imaginario antiépico habían relevado a los dioses. En la cúspide de ese cosmos con forma de centro comercial, aparecía la figura del padre de todas las divinidades: Stan Lee, el hombre, el creador del concepto, trágicamente humano del moderno superhéroe. Una figura parangonable a Zéus o ya puestos a Odín.
Curiosamente, lo que había convertido a Lee en una figura tan relevante en la historia del Tebeo había tenido muy poco que ver con lo divino: las criaturas del universo Marvel eran precisamente todo dolor y humanidad. En suma versiones exageradas de esos mismos adolescentes desplazados que consumen con fruición esas viñetas multicolor que, convenientemente ampliadas inspirarían el posterior imaginario pop.
Con todo en 1962, fecha clave en los años dorados de Marvel, el superhéroe de alma frágil que había sido marca de la casa, topó con lo divino. Inspirándose en el Superman de los competidores DC Cómics, pero ocultando cualquier señal que delate su origen. Stan Lee creo uno de los personajes más celebrados y heterodoxos del universo Marvel en las páginas del número 83 de la revista Journey into Mistery. Su cómplice en el apartado gráfico fue Jack Kirby. En el origen de la serie el frágil Dr. Blake encuentra el martillo epdido del viejo dios Thor. El hallazgo le transformará en una reencarnación de la omnipotente divinidad y le situará entre el plano real y una realidad legendaria poblada de personajes prodigiosos como el perverso Loki, dios del mal, Odín, el padre de los dioses y Hela, la reina del infierno. Allí sus hiperbólicas peripecias lo enfrentarán a Trolls, gigantes de hielo y toda suerte de versiones mutantes del rico corpus legendario nórdico.
El gran Stan Lee delegó la labor de guionista en la serie en su hermano Larry Leber, pero los aficionados tuvieron claro que en este caso, el autor (con mayúsculas) era el inmenso Jack Kirby.
Nota de Los Muertevideanos: Este articulo forma parte de un suplemento editado por El Mundo de España el 8 de Junio del 2003 con motivo a la edición de una colección sobre cómics, poco a poco iremos colgando parte de los interesantes apartados sobre superhéroes Marvel y Dc que contiene. Gracias a Danny por traérmelo a esta parte del mundo.
Por: Jordi Costa
En Mallrats, una de las películas más infravaloradas de Kevin Smith, el cineasta imaginaba una posible religión laica para los supervivientes de la generación x, el posadolescente consumista era el creyente que intentaría emular la hiperrealidad de los superhéroes del comic book que en su imaginario antiépico habían relevado a los dioses. En la cúspide de ese cosmos con forma de centro comercial, aparecía la figura del padre de todas las divinidades: Stan Lee, el hombre, el creador del concepto, trágicamente humano del moderno superhéroe. Una figura parangonable a Zéus o ya puestos a Odín.
Curiosamente, lo que había convertido a Lee en una figura tan relevante en la historia del Tebeo había tenido muy poco que ver con lo divino: las criaturas del universo Marvel eran precisamente todo dolor y humanidad. En suma versiones exageradas de esos mismos adolescentes desplazados que consumen con fruición esas viñetas multicolor que, convenientemente ampliadas inspirarían el posterior imaginario pop.
Con todo en 1962, fecha clave en los años dorados de Marvel, el superhéroe de alma frágil que había sido marca de la casa, topó con lo divino. Inspirándose en el Superman de los competidores DC Cómics, pero ocultando cualquier señal que delate su origen. Stan Lee creo uno de los personajes más celebrados y heterodoxos del universo Marvel en las páginas del número 83 de la revista Journey into Mistery. Su cómplice en el apartado gráfico fue Jack Kirby. En el origen de la serie el frágil Dr. Blake encuentra el martillo epdido del viejo dios Thor. El hallazgo le transformará en una reencarnación de la omnipotente divinidad y le situará entre el plano real y una realidad legendaria poblada de personajes prodigiosos como el perverso Loki, dios del mal, Odín, el padre de los dioses y Hela, la reina del infierno. Allí sus hiperbólicas peripecias lo enfrentarán a Trolls, gigantes de hielo y toda suerte de versiones mutantes del rico corpus legendario nórdico.
El gran Stan Lee delegó la labor de guionista en la serie en su hermano Larry Leber, pero los aficionados tuvieron claro que en este caso, el autor (con mayúsculas) era el inmenso Jack Kirby.
Nota de Los Muertevideanos: Este articulo forma parte de un suplemento editado por El Mundo de España el 8 de Junio del 2003 con motivo a la edición de una colección sobre cómics, poco a poco iremos colgando parte de los interesantes apartados sobre superhéroes Marvel y Dc que contiene. Gracias a Danny por traérmelo a esta parte del mundo.
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