Por: Darío Valle Risoto
Acabo de llegar de votar, me tocó en el mismo local que en las elecciones del 25 de octubre, es decir el club Stockolmo que queda a unas cuantas cuadras de mi casa, no son muchas pero como tuve la feliz idea de salir bajo un tremendo chaparrón, no fue muy agradable que digamos. En la esquina de Emancipación la protección de mi impermeable había caducado y poco después mis queridas, apreciadas y amadas botas militares ya hacían más agua que el Titánic, me consolé con la tonta manija de que los revolucionarios de verdad se cagarían de risa bajo estas lluvias mariconas de Montevideo.
En mi Mp-3 me fui escuchando un interesante material, les adjunto el link, sobre los Anarquistas en Argentina durante principios del siglo pasado donde se repasan las movilizaciones, los mártires y la forma en que las luchas se fueron haciendo canciones.
Entonces, me volvió la idea de escribir sobre una de las estúpidas noticias uruguayas de los últimos días, no me refiero a la campaña electoral que sobrepasa cualquier medición del “Pajerómetro”, sino al dilema sobre la ejecución del himno nacional en el Estadio Centenario poco antes del encuentro para clasificar al mundial entre la selección Uruguaya y la de Costa Rica.
No escuché esta versión y poco me interesa, sé que fue preparada por Jaime Roos y la cantó un afamado murguista que ni me acuerdo pero aparte de que todos coinciden en que fue muy larga, aparecieron los paspados que joden con la solemnidad del himno nacional y de la aparente vejación que sufre con cada alteración que los artistas le hacen por tal o cual motivo. ¿?
Nunca faltan los patriotas rompe pelotas que ven lo sagrado en el himno, el escudo, la escarapela, los emblemas nacionales, la flor de Ceibo y los calzoncillos sucios de José Batlle y Ordoñez. ¡Por favor!, Un hombre mayor conocido estaba visiblemente molesto por el tema y solo pude contestarle con total honestidad que por mí pueden ejecutar el himno tirándose gases o eructando que no se me mueve un ápice de la enjundia nacional.
Desde luego que las banderas, los himnos, escudos y las revistas porno nos sirven para identificar naciones y valores culturales, de eso no me quedan dudas pero el fanatismo y ese patrioterismo me retrotrae a mi niñez y las clases de canto en la escuela pública Felipe Sanguinetti Número 20.
Los Lunes: Canto, un montón de túnicas blancas o no tanto, vistiendo chiquilines con olor a pichí y algunos piojos desafinando para acompasar a la vieja que toca un piano terriblemente. Artigas, la Bandera y el himno, además algunas canciones picarescas (Las únicas que me gustaban) y los tirones de orejas y/o pelo de la directora sobre mi flaca y desgarbada figura porque no quería cantar.
Le pregunté a mi padre porqué tenía que cantar si no quería y no me pudo contestar, creo que él tampoco lo entendía, le dije que el himno era una porquería y me contestó que para evitar la represión educativa nacional moviera mis labios como si lo hiciera, de esa forma zafé del himno, la jura a la bandera y alguna puteada a mis sucesivas parejas años luego.
Volviendo a estos divagues, les pido que no se hagan muy fanáticos de sus emblemas nacionales y recuerden que la gente en el mundo es toda igualita y que las fronteras son el producto histórico de las rivalidades entre hombres que terminaron por hacer sus propias naciones y así vamos.
“No ambiciono otra fortuna ni reclamo más honor que morir por mi bandera, la bandera bicolor” Reza el himno a mi bandera y yo con siete años me imaginaba un tipo acribillado a puñaladas y tiros arrastrándose a la sombra de una bandera para morir sonriendo.
En mi Mp-3 me fui escuchando un interesante material, les adjunto el link, sobre los Anarquistas en Argentina durante principios del siglo pasado donde se repasan las movilizaciones, los mártires y la forma en que las luchas se fueron haciendo canciones.
Entonces, me volvió la idea de escribir sobre una de las estúpidas noticias uruguayas de los últimos días, no me refiero a la campaña electoral que sobrepasa cualquier medición del “Pajerómetro”, sino al dilema sobre la ejecución del himno nacional en el Estadio Centenario poco antes del encuentro para clasificar al mundial entre la selección Uruguaya y la de Costa Rica.
No escuché esta versión y poco me interesa, sé que fue preparada por Jaime Roos y la cantó un afamado murguista que ni me acuerdo pero aparte de que todos coinciden en que fue muy larga, aparecieron los paspados que joden con la solemnidad del himno nacional y de la aparente vejación que sufre con cada alteración que los artistas le hacen por tal o cual motivo. ¿?
Nunca faltan los patriotas rompe pelotas que ven lo sagrado en el himno, el escudo, la escarapela, los emblemas nacionales, la flor de Ceibo y los calzoncillos sucios de José Batlle y Ordoñez. ¡Por favor!, Un hombre mayor conocido estaba visiblemente molesto por el tema y solo pude contestarle con total honestidad que por mí pueden ejecutar el himno tirándose gases o eructando que no se me mueve un ápice de la enjundia nacional.
Desde luego que las banderas, los himnos, escudos y las revistas porno nos sirven para identificar naciones y valores culturales, de eso no me quedan dudas pero el fanatismo y ese patrioterismo me retrotrae a mi niñez y las clases de canto en la escuela pública Felipe Sanguinetti Número 20.
Los Lunes: Canto, un montón de túnicas blancas o no tanto, vistiendo chiquilines con olor a pichí y algunos piojos desafinando para acompasar a la vieja que toca un piano terriblemente. Artigas, la Bandera y el himno, además algunas canciones picarescas (Las únicas que me gustaban) y los tirones de orejas y/o pelo de la directora sobre mi flaca y desgarbada figura porque no quería cantar.
Le pregunté a mi padre porqué tenía que cantar si no quería y no me pudo contestar, creo que él tampoco lo entendía, le dije que el himno era una porquería y me contestó que para evitar la represión educativa nacional moviera mis labios como si lo hiciera, de esa forma zafé del himno, la jura a la bandera y alguna puteada a mis sucesivas parejas años luego.
Volviendo a estos divagues, les pido que no se hagan muy fanáticos de sus emblemas nacionales y recuerden que la gente en el mundo es toda igualita y que las fronteras son el producto histórico de las rivalidades entre hombres que terminaron por hacer sus propias naciones y así vamos.
“No ambiciono otra fortuna ni reclamo más honor que morir por mi bandera, la bandera bicolor” Reza el himno a mi bandera y yo con siete años me imaginaba un tipo acribillado a puñaladas y tiros arrastrándose a la sombra de una bandera para morir sonriendo.
“Tiranos Temblad” cantaban en la dictadura los que querían volver al país democrático y levantaban el puño derecho bien alto, a veces aparecía los milicos y se los llevaban.
El concepto de patria puede ser una terrible excusa para los enfermos que se creen que un trapo es mejor que la gente, lo mismo sucede con la religión y muchos artificios que las sociedades inventaron para lograr evolucionar ¿o No?.Sobre la tapa cliqueas y bajas este documento invalorable
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