Sunday, July 5, 2009

El Carnicero y Cameron Diaz (Cuento)

El Carnicero y Cameron Díaz
Por: Darío Valle Risoto

__No me digas que es linda porque te reviento.
__¡Déjate de joder Marcelo!, ¿Qué mal te hace conocerla, tomar un café y conversar?.
Marcelo se rascó la cabeza en un gesto mecánico, pensativo, hacía tiempo que no sentía el calor de una mujer desnuda entre sus manos, que no respiraba el perfume de una chica en su cama, hacía mucho tiempo.
Emiliano su gran amigo desde la infancia esperaba que se anime, ambos sentados fuera de su trabajo en el hipercentro comían a mediodía cuando el sol del verano picaba fuerte en el enero Montevideano.
Marcelo comenzó a envolver los papeles donde se había traído dos sandwiches de pan de miga, Emiliano en cambio siempre llevaba su lonchera con aquello que su esposa solícitamente cocinaba para él.
___Estar casado no es tan embromado che.
___Pero me la van a presentar solo por conocernos, sin compromisos, ¿Eh?
___¿A vos te parece que con cuarenta años una mujer te puede comprometer para algo que vos no quieras?
___Bueno, pensándolo así... ¿Y como es la piba?
Caminando rumbo al trabajo Emiliano lanzó la carcajada mientras Marcelo volvía a rascarse la cabeza nervioso, su cuerpo grueso y alto contrastaba con el de su amigo más bajo y delgado, entraron por la puerta de servicio y el segundo guardó la lonchera en su locker.
___¿A quién se parece?
___¿Y yo que sé?, Ya es hora, tengo que acomodar los pedidos de whisky porque sino el judío me va a echar a la mierda.
___Pero Emilianoooo. ___Marcelo se quedó con la mano estirada un momento, luego volvió a su lugar en la carnicería del hipercentro, tenía que recibir las medias reces y destazarlas con cortes precisos y bien argentinos para la exportación, le calentaba el hecho que hayan cambiado aquellos tradicionales tiras bien criollas de asado por esas porquerías.

___Cameron Díaz.
___¿Qué?. ___Al caer la tarde regresaban ambos en el mismo autobús como todos los días, Marcelo cansado de cortar toda la tarde y Emiliano soñando con tomar mate con su esposa si es que esta no se quedaba doble turno en el hospital.
___Dice Zulema que se parece a esa actriz yanqui: Cameron Díaz, rubia, buenas tetas, lindos ojos...
___¡Esperá!
Marcelo se quedó mirando a su delgado amigo con sus ojos ya de por sí un poco saltones desorbitados, ¿Cameron Díaz?.
___La que trabajó en los Angeles de Charly, ¿Recordás?
___¿La de la máscara?
___¡Claro caballo!. ___Le dio un amistoso golpe en la espalda y se tiró del ómnibus en la esquina de Carlos Croker y Joanicó, Marcelo sintió un vuelco en el estómago hasta que llegó a su apartamento y se sentó en el sofá a pensar mejor en esa cita ahora no tan a ciegas.

El fin de semana tímidamente la llamó y una voz agradable y femenina quedó de encontrarse con él en un Bar del centro, ese sábado se pasó media tarde dando vueltas en su casa pensando en que decirle, hacía ocho años que no salía con una mujer... que no fuera profesional.
Por fin el reloj dio las ocho de la noche y se fue poco convencido del saco sport con coderas, la camisa y ese maldito pantalón de hilo gris que siempre se le metía en el culo haciéndolo caminar como un ganso pero era el más nuevo.

Tomaron un café, conversaron y el tiempo voló como si se fuera por un embudo gigantesco, en verdad era inteligente y con un sentido del humor irresistible, cuando ella se levantó para ir al baño, Marcelo llamó nerviosamente a su amigo Emiliano usando su celular, las manos le temblaban y temía despertarse de un sueño maravilloso en cualquier momento.
__¿No te dije?
___Pero no es igual a Cameron Díaz, me mentiste hermano.
Del otro lado sintió un largo silencio, luego la esposa de Emiliano tomó la llamada en lugar de su marido y le gritó un montón de cosas, por suerte ella venía del baño, así que guardó el celular en el saco.

Tres meses después Lucía y Marcelo alquilaron un apartamento juntos, podríamos pensar que era demasiado rápido pero eran gente grande, ella era bajita, más bien gordita y de cabello negro siempre recogido para sostener esos odiosos bucles, de tez trigueña pero con una sonrisa maravillosa, nunca olvidarían la mentira de Emiliano para que ese gordo tímido y grandote se anime a conocerla.
Tampoco la cara de bobo que puso cuando ella se arrimó a la mesa y se vieron por primera vez.
FIN

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