Sunday, July 26, 2009

Un entierro en Greenville (Cuento)

Un Entierro en Greenville
Por: Darío Valle Risoto

Dejamos al fin la ciudad y Carlos se quedó rápidamente dormido, yo felizmente había descansado suficiente antes de emprender el viaje y si bien los agrestes campos de Nueva Inglaterra suelen ser realmente agobiantes y tristes, siempre me atrajeron de una forma difícil de explicar. Por lo tanto me quedé absorto viendo el sol penetrar en una especie de manto algodonoso y el cielo tornarse cada vez más negro, luego salió a duras penas una luna llena que parecía ser muy diferente a la que vemos entre los rascacielos de nuestra Boston natal.
Poco a poco los pasajeros bajaban y al final quedamos prácticamente solos antes de llegar a Greenville, comí mis últimas galletas de chocolate y en ese momento Carlos se despertó, con sus clásicos movimientos amanerados sacó un pañuelo bordado de su saco y se sonó la nariz.
___Creo que estoy mortalmente resfriado. ___Dijo con rostro compungido.
___Ustedes los gays lo exageran todo, tomate una aspirina en el primer bar y se te pasará, al fin de cuentas tu tía estará mucho peor que tu.
No me contestó, dio un fuerte suspiro y miró al agreste y casi invisible paisaje que ya la oscuridad había colmado al punto de dar tan solo las cinco de la tarde.
Me di cuenta que Carlos me agradecía la compañía, cuando lo llamaron de Greenville solo yo me ofrecí a acompañarlo al entierro de su tía abuela, nadie se solidarizó con él, pese a ser el alma de la agencia publicitaria donde trabajamos.
___¡Allí están mis primos! ___ Exclamó cuando nos detuvimos en la primera estación, salió tan rápidamente que tuve que cargar su bolso de cuero junto a mis cosas antes de bajar del autobús, el rostro del chofer fue elocuente al mirar a mi amanerado acompañante.
Había un grupo de personas en actitud recogida, me los presentó uno por uno agregando una pequeña indiscreción sobre cada uno en voz baja, por ejemplo: El tío Oscar es alcohólico, la tía Laura excelente cocinera, Mateo su primo un adicto a la morfina y por último su prima Sarah persiste virgen a los cuarenta.
Nos invitaron a subir a un viejo camión desvencijado y tomamos por un camino lateral, recordé a último momento las aspirinas para Carlos y cuando corrí a comprarlas escuché que le preguntaban su éramos pareja.
___¡Por dios!, Lou es solo un compañero de trabajo. ___Dijo visiblemente perturbado.
Una media hora después descendimos ya en completa noche en el frente de una vieja y cochambrosa mansión de las afueras de la sombría Greenville, allí habían encontrado muerta a la tía Elizabeth y por lo tanto toda la comarca se había dispuesto a despedirla como se debe en esos casos.
Decenas de rostros y cuerpos enjutos rodeaban el féretro y no me arrimé demasiado, Carlos lloró un poco y regresó a mi lado, me apretó el brazo nervioso lo que me puso a mí mucho peor porque me imaginaba los rumores a mi alrededor.
___Bueno, ya pasará. ___Le dije retirando su mano, usé la voz más varonil posible y disimuladamente me retiré a la cocina.
Dentro de la enorme cocina había mucha comida sobre una mesa grande y rústica, iban y venían mujeres llevando alimentos a los múltiples vecinos, por allí se calló un plato y me dispuse a ayudar en algo para no quedarme sentado solamente.
Cuando tomé los trozos blancos y decorados en azul de la porcelana inglesa del piso, me choqué con las más bellas manos que había visto en mi vida, al levantar la vista me encontré con la profundidad inacabable de dos ojos color verde esmeralda que me produjo una sensación de vértigo.
___Gracias, últimamente se me cae todo.
___Soy Lou Ryan James, amigo de Carlos... ___Le dije ayudándola a tirar los restos en un cesto a nuestra derecha, era realmente una chica hermosa de estatura elevada, cabellos intensamente rojos y ensortijados, vestía un largo conjunto color pardo de costura muy antigua, parecía toda ella una de esas estampas de metodistas o quakeros de los que poblaron esas tierras en los principios de nuestra nación.
___Me llamo Cassandra, soy prima de Carlos, vine de Marble Hall, ¿Lo conoces?
___Si, claro, ___mentí. ___A unos doscientos kilómetros de aquí.
___En realidad ciento veinte. ___Sonrió cuando Carlos entraba y al vernos conversando dio media vuelta y volvió sobre sus pasos. Lo señaló a la espalda y me sonrió nuevamente.
___No, somos solamente amigos, soy absolutamente heterosexual, te lo digo porque podrías pensar que... ___Me quedé absolutamente colorado de pies a cabeza y ella me tomó las manos, tenía unos labios realmente perfectos y unas curiosas pecas típicas de los pelirrojos en torno a su nariz respingada.
A la mañana siguiente enterraron a la tía Elizabeth y a la tarde volvimos a Boston con Carlos que estaba mucho mejor de su resfriado, no así de su carácter inquisitivo.
___Bueno, al fin y al cabo creo que vamos a pertenecer a la misma familia mi querido Lou.
___¿Qué estás diciendo?
___¡Por favor! ___Exclamó y se dio vuelta para dormirse contra la ventanilla del autobús.
Sonreí, después de todo no me espantaba la idea de volver a ver a esa preciosa mujer que parecía de otro mundo, tampoco la de tener que viajar nuevamente con mi amanerado compañero de viaje.

FIN

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