Tuesday, November 17, 2009

Atardecer en Villa Hermosa (Cuento)

Atardecer en Villa Hermosa
Por: Darío Valle Risoto

Bajó casi cayéndose a la playa, era muy empinada la colina de hiervas verdes que daba lugar a esa media luna de arena y piedras de la playa de Villa Hermosa. Juan se quedó un minuto mirando a un cangrejo que a duras penas intentaba dar vuelta una concha cubierta de arena. El sol era fuerte pero el viento del sur atemperaba el calor, sin embargo las olas mostraban cierto anticipo de tormenta, pensó.
Pues que no sabía nada de la temperatura, las nubes o el clima, solo era un presentimiento, como la razón de estar allí a más de doscientos kilómetros de Montevideo completamente solo y tratando de evitar los efluvios de tristeza sobre su corazón o sobre su estómago.
Había una roca especialmente azul a su derecha, la levantó y pronto el hueco se llenó de agua, tenía los calzados mojados así que se los quitó y los tiró sobre el pasto detrás. Volvió a recoger la piedra azul que era de una superficie casi perfecta, daba verdadero placer tocarla casi caliente por efecto del sol de un lado y húmeda y fría del otro.
Hubiera querido saber algo de geología, ¿volcánica acaso?
Caminó hasta la orilla del mar, un grupo de gaviotas jugueteaba sobre algo oscuro que flotaba algo lejos, sintiendo los pies mojados se remangó las piernas del pantalón, debió llevarse ropa de playa, pero estaba en Marzo, el verano había quedado casi atrás.
Una figura desde casi el final de la playa comenzó a moverse en su dirección, desde las rocas que separan Playa Hermosa de Playa Blanca, era una silueta difusa que las nubes cubrieron de pronto. Posiblemente le haya acertado con el tema de la tormenta.
Unos rayos de sol cruzaron la atmósfera y horadaron algunos sitios en las nubes, uno de ellos impacto sobre una gaviota que le pasó cerca, quedó por un momento completamente dorada y Juan la miró recuperando la inocencia y la curiosidad de un niño por un instante.
Ahora la silueta era de alguien, la proximidad le había dado piernas y algo vede que llevaba puesto, no supo si era una persona pero se acercaba. ¿Qué podía ser entonces?
La gaviota grande, espléndida volvió sobre sus compañeras, el bulto negro era un Lobo marino muerto, lo pudo ver en uno de esos movimientos de esas nubes densas y grises. El sol mostró el cuerpo amorfo, oscuro y flotando comido por las aves.
Juan se puso la mano sobre la frente para evitar otra lamida del sol y la vio.
Era una mujer que se acercaba caminando hacia él, estaba ya a unos cien metros.
___¿Tienes fuego?
Un traje de baño entero verde, un pañuelo o pareo color violeta, un sombrero de paja bastante maltrecho y unos ojos oscuros, casi Árabes.
___No fumo, lo siento.
___¡Me lleva la chingada!, Perdón, me llamo Nieves. ___Bastante alta para ser tan joven, un cabello negro atado, los pómulos salientes y la piel bronceada, labios sonrientes y la mano extendida.
___Juan, ¿No sos de acá?
___¿Se me nota lo Mexicano?___ Le dijo dando una cómica media vuelta, sostenía un bolso que dejó en la arena y se tiró sobre la toalla, Juan parecía un gigante sobre ella dispuesto a pisarla.
___Estoy cansada, no pude nadar, no tengo fuego, todo un desastre. ¿Uruguayo?
___Supongo.
___¿Supones tío?
___Nací en Montevideo si eso me hace...Uruguayo.
___¡No, un tipo complicado!___ Dijo sonriendo mientras se pegaba en la frente.
___Buenas tardes. ____Le dijo él y siguió su camino.
___No me dejes sola que tengo suficiente merienda para un regimiento, mi abuela no me quiere ver flaquita.
La comida excesivamente condimentada lo hizo lagrimear, pero cuando ella se quitó el sombrero no se arrepintió de haberse quedado a acompañarla, era realmente bella.
___¿Qué hace una Mexicana en Villa Hermosa casi en otoño?
___Mi abuela vive allá, bueno, por allí, en una casa blanca, vinimos con mis padres a verla, yo no la visitaba desde los cinco años.
___¿Y que edad tienes? ___Le preguntó mientras evitaba mirarle las piernas torneadas y los pechos prominentes.
___Eres un poco indiscreto, ¡ja!, Tengo dieciséis recién cumpliditos.
___¡No puede ser!
Su sonrisa compitió con el sol que ya se había comenzado a retirar hacia el horizonte, las nubes ya eran dueñas del cielo y las gaviotas se habían ido.
___¿Y Tu?
___Cuarenta y siete. ___Le dijo como quién confiesa un crimen.
___¡Ja!, ¡Que gracioso!
___Ser viejo te parece gracioso.
___¡Noooo! ___Contestó ella mientras se acercaba a él. ___Gracioso me parece hacer el amor con alguien mayor que mis padres, solo eso.
Y se besaron.

FIN

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