Oportunidades
Por: Darío Valle Risoto
__Nunca lo pude comprender.
__ ¿A que te referís?
__ ¿Por qué la mayoría de la gente solo se divierte si está borracha o drogada?
__ No lo se Martín pero hoy estás tradicionalmente negativo, es una fiesta, ¿Te diste cuenta?
Un casamiento en un enorme club del centro, era evidente que había una buena razón para festejar, dos familias se unían a los ojos de dios y del estado por intermedio de Silvia Blendel y José Urquiza, pero en Martín había algo que no estaba del todo bien y le calentaba el estómago como una úlcera abierta.
Y mientras la música sonaba pachanguera y distante, Martín intentaba no decirle a su gran amigo Carlos que aún esa muchacha le despertaba una sensación de pérdida irremediable, pero…, después de todo solo se casaba con ese idiota bien parecido y lleno de plata.
Carlos a veces perdía las esperanzas de que su amigo se volviera un poquito, tan solo un ápice un ser normal y entonces se alejaba no sin sentir pena por ese tipo que siempre conservaba el gusto amargo de no aceptar que el mundo es así nos guste o no.
Gente grande y vieja, también algunos jóvenes resignados formaron la ronda, todos tomados de la cintura en un trencito recorriendo mesas y Martín huyó rumbo a los baños donde un tipo se encontraba nada menos que dándole lindo a un papel con cocaína. ¡No faltaba nada!
Los novios se besaban y a esas alturas tenían las sonrisas petrificadas y desde luego que ganas de desaparecer para irse a dormir cuatro días seguidos, no faltaron las minas solas que comenzaban a revolotear la sala buscando prospectos.
¬¬__ ¿Querés un toque viejo?
__ No gracias no consumo desde que casi me muero de hipotermia hace como mil años.
__ Ah, si a veces pega mal pero me levanta el ánimo, no es fácil que se te casen los amigos.
__ Martín Correa.
__ ¡Perdón!: Esteban Ciancio, ¿Amigo de la novia porque no te conozco?
__ Si, de hace mucho tiempo, no se ni como me invitaron.
Era un hombre agradable aunque tuviera la nariz blanca de cocaína, llevaba un corte de pelo raro y una caravana brillante en la oreja izquierda. Tiró el papel luego de lamerlo y le dio la mano con delicadeza al joven que notó cierto amaneramiento.
__ ¿Vos no fuiste novio de Silvia?
__ Si, ¿Cómo sabes eso?
El muchacho miró para ambos lados, esperó que un veterano saliera del baño y lo invitó a tomarse un trago en la cantina del club un poco alejados del bullicio, cuando iban caminando Martín se percató de que Esteban era bastante afeminado.
Se sentaron, eufórico por su reciente aspiración, Esteban tenía ganas de hablar y mucho, mientras Martín ya miraba para la puerta de calle y pensaba en escaparse, desde la fiesta se escuchaban gritos mientras sonaba Vilma Palma e Vampiros.
__ ¿Vos no me conocés?
__ Perdoname pero llevo algún whisky y estoy cansado.
Se acercó y Martín sintió su perfume dulzón cerca de la mejilla.
__ Yo soy la pareja de José desde hace once años.
__ ¿Del novio?
__ Claro, mi amor.
El auto rojo se mezclo con cierto estropicio mental en la cabeza de Martín que no tuvo que ser muy brillante para atar cabos sueltos y pensar en que no todo en esta vida es como parece.
__ Mirá, a José le ofrecieron la embajada en Europa pero le pidieron que se casara, somos amigos de Silvia y no es difícil darse cuenta de que a ella le conviene, ahora va a comer con aceite y todo.
No le gustó esta última aseveración, pero tenía razón, la situación económica de Silvia no era nada desahogada desde que había muerto su padre y su familia había quedado llena de deudas.
Los novios se iban, el bullicio llegó a grados ensordecedores y ambos dejaron la barra para ir a ver como corrían rumbo a la limusina mientras la gente gritaba y aplaudía, entre la multitud su amigo Carlos llegó junto a Martín.
__ Bueno, al fin se fueron los novios, ¿Nos vamos?
__ Si, me muero de sueño.
__ Che, ¿Qué te pasa?, es la primera vez en la noche que te veo sonreír.
Por: Darío Valle Risoto
__Nunca lo pude comprender.
__ ¿A que te referís?
__ ¿Por qué la mayoría de la gente solo se divierte si está borracha o drogada?
__ No lo se Martín pero hoy estás tradicionalmente negativo, es una fiesta, ¿Te diste cuenta?
Un casamiento en un enorme club del centro, era evidente que había una buena razón para festejar, dos familias se unían a los ojos de dios y del estado por intermedio de Silvia Blendel y José Urquiza, pero en Martín había algo que no estaba del todo bien y le calentaba el estómago como una úlcera abierta.
Y mientras la música sonaba pachanguera y distante, Martín intentaba no decirle a su gran amigo Carlos que aún esa muchacha le despertaba una sensación de pérdida irremediable, pero…, después de todo solo se casaba con ese idiota bien parecido y lleno de plata.
Carlos a veces perdía las esperanzas de que su amigo se volviera un poquito, tan solo un ápice un ser normal y entonces se alejaba no sin sentir pena por ese tipo que siempre conservaba el gusto amargo de no aceptar que el mundo es así nos guste o no.
Gente grande y vieja, también algunos jóvenes resignados formaron la ronda, todos tomados de la cintura en un trencito recorriendo mesas y Martín huyó rumbo a los baños donde un tipo se encontraba nada menos que dándole lindo a un papel con cocaína. ¡No faltaba nada!
Los novios se besaban y a esas alturas tenían las sonrisas petrificadas y desde luego que ganas de desaparecer para irse a dormir cuatro días seguidos, no faltaron las minas solas que comenzaban a revolotear la sala buscando prospectos.
¬¬__ ¿Querés un toque viejo?
__ No gracias no consumo desde que casi me muero de hipotermia hace como mil años.
__ Ah, si a veces pega mal pero me levanta el ánimo, no es fácil que se te casen los amigos.
__ Martín Correa.
__ ¡Perdón!: Esteban Ciancio, ¿Amigo de la novia porque no te conozco?
__ Si, de hace mucho tiempo, no se ni como me invitaron.
Era un hombre agradable aunque tuviera la nariz blanca de cocaína, llevaba un corte de pelo raro y una caravana brillante en la oreja izquierda. Tiró el papel luego de lamerlo y le dio la mano con delicadeza al joven que notó cierto amaneramiento.
__ ¿Vos no fuiste novio de Silvia?
__ Si, ¿Cómo sabes eso?
El muchacho miró para ambos lados, esperó que un veterano saliera del baño y lo invitó a tomarse un trago en la cantina del club un poco alejados del bullicio, cuando iban caminando Martín se percató de que Esteban era bastante afeminado.
Se sentaron, eufórico por su reciente aspiración, Esteban tenía ganas de hablar y mucho, mientras Martín ya miraba para la puerta de calle y pensaba en escaparse, desde la fiesta se escuchaban gritos mientras sonaba Vilma Palma e Vampiros.
__ ¿Vos no me conocés?
__ Perdoname pero llevo algún whisky y estoy cansado.
Se acercó y Martín sintió su perfume dulzón cerca de la mejilla.
__ Yo soy la pareja de José desde hace once años.
__ ¿Del novio?
__ Claro, mi amor.
El auto rojo se mezclo con cierto estropicio mental en la cabeza de Martín que no tuvo que ser muy brillante para atar cabos sueltos y pensar en que no todo en esta vida es como parece.
__ Mirá, a José le ofrecieron la embajada en Europa pero le pidieron que se casara, somos amigos de Silvia y no es difícil darse cuenta de que a ella le conviene, ahora va a comer con aceite y todo.
No le gustó esta última aseveración, pero tenía razón, la situación económica de Silvia no era nada desahogada desde que había muerto su padre y su familia había quedado llena de deudas.
Los novios se iban, el bullicio llegó a grados ensordecedores y ambos dejaron la barra para ir a ver como corrían rumbo a la limusina mientras la gente gritaba y aplaudía, entre la multitud su amigo Carlos llegó junto a Martín.
__ Bueno, al fin se fueron los novios, ¿Nos vamos?
__ Si, me muero de sueño.
__ Che, ¿Qué te pasa?, es la primera vez en la noche que te veo sonreír.
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