La Mirada...
Salvaje
Por: Darío Valle Risoto
Pierdo a veces la conciencia
y me arrastro inmóvil y liso
por superficies inexactas,
tengo el consuelo de los solitarios.
La risa fácil y las palabras soterradas.
A veces me muero de frío
y extraño los instantes familiares,
las manos cálidas, las sabanas protectoras
y la sopa caliente que hacía mi madre.
Vuelvo constantemente en mi memoria
a querer embarcarme en mi pasado
para preparar a mi padre por su muerte,
decirle que no fume, que se cuide
o morirá con cincuenta y siete años.
Entonces me ataca la mirada salvaje
esa diosa de la codicia y las horas
la gata que me saltea el tiempo
y que la juventud me roba.
Me persiguen los fantasmas desnudos
de mis jóvenes amantes y mis terribles novias
tampoco he tenido la esclavitud de los hijos
o la libertad de verlos crecer,
tampoco me he quejado de la vida
porque aún queda un poco...
de precioso tiempo.
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