Saturday, October 16, 2010

Mineros de Chile: Ni Milagro ni heroísmo.

 
Mineros de Chile: Ni Milagro ni Heroísmo
Por: Darío Valle Risoto
Técnico en Comunicación Social

La forma del manejar la información es una importante fuente de debate entre los comunicadores sociales, desde luego que siempre debemos partir de una verdad intrínseca: No existe tratamiento objetivo de la información. Desde la elección de los temas y su orden, duración y espacio dentro de un programa estamos eligiendo y por lo tanto incorporando aunque sea en pequeña parte nuestra política personal y/o empresarial.

En el reciente suceso que copó la prensa internacional, me refiero al de los chilenos aislados en las profundidades de una mina y que tras su descubrimiento con vida, el posterior intentó de rescatarlos; los diferentes medios usaron y abusaron de dos palabras que me resultan no solo excesivas y fantasiosas sino realmente ofensivas para los protagonistas directos de esta tragedia.
Me refiero a “Milagro” y “Héroes”, ambas y cada una por su lado evidencian un afán de grandilocuencia desmedida en el tratamiento de un hecho que comenzó siendo un accidente terrible y afortunadamente terminó de la mejor forma posible por una importante razón: Hoy día existe la tecnología suficiente como para lograrlo y se lograron las condiciones necesarias para que esto suceda.

Los medios pueden ser evaluados en base al perfil que asumen frente a las noticias cualquiera sean estas, pero tratándose de este tipo de sucesos, hace ya unas décadas que la noticia por si sola parece no existir si no se espectaculariza con ella. El show escapó de los programas de entretenimientos para incorporarse malévolamente en los noticieros de todo tipo y especialmente en los policiales. Hoy día es corriente ver por ejemplo: A víctimas de asaltos, robos y/o violaciones posando frente a las cámaras, también a sus testigos o familiares directos en una extraña conjunción de tristeza, soledad, impotencia y sadismo.

¿En que nos beneficia estar sentados viendo a las víctimas de un acto violento o de un accidente?
¿Por qué debemos seguir minuto a minuto el rescate de cada uno de los treinta y tres chilenos?
¿Por qué transformamos en presuntos héroes a las víctimas de incontables fallas en uno de los trabajos más deshumanizados que existen?

Acaso como los buitres que buscan los despojos de animales moribundos los grandes medios de comunicación hacen carne de cualquier suceso sin evaluar que deberían existir espacios para la reflección, el respeto necesario por el anonimato de familiares e implicados y por sobre todas las cosas: nunca transformar a personas que no lo son en protagonistas de un decadente vaudeville donde hasta el presidente ensaya discursos políticos cuando es más importante que salgan todos con vida a cualquier medición de la adhesión popular a su persona.

Paupérrimos planes para invitar a los sobrevivientes a cruceros, programas de televisión donde deberán contar sus experiencias entre publicidad, bailarinas con poca ropa y algún personaje cómico, serán el futuro inmediato. Pero me temo que continuarán muriendo chilenos en las profundidades de las minas.

Sin embargo una fuerte impronta cristiana hace que todo se facilite con el título de: “Milagro”, cuando no tiene nada que ver una ”acción divina” más no sea que para volver a repensar que la gente tiene una fe ciega en cosas que no existen y le adjudica a los sobrenatural lo que solo depende de ellos mismos.
Hace unos treinta años o tal vez menos, si hubieran quedado algunos mineros en esas mismas condiciones seguramente hubieran muerto porque no existía la tecnología apropiada para encontrarlos, excavar y sacarlos con vida uno por uno.
Si los milagros existieran tal vez una buena forma hubiera sido que todos hubieran aparecido por obra de dios en la superficie tras el derrumbe o que los medios de comunicación tomaran el público como gente inteligente y no como idiotas.

Pero ya sabemos que dios tiene sus limitaciones, podrá hacer caminar a los inválidos pero nunca le creció un brazo nuevo a un manco, mucho menos podrá tele transportar a estas víctimas lejos no solo de las profundidades de la mina sino de la ignorancia humana mucho más vasta que el universo mismo.

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