Los Niños Vampiros
Ser padres y morir en el intento.
Por: Darío Valle Risoto
Voy al supermercado y converso amigablemente con una cajera que es muy simpática, atiende rápido y da gusto esperar cuando ella está en su puesto. Resulta que le digo, no se a que vino la conversación: que yo había trabajado en ese mismo edificio cuando eran Talleres Gráficos durante trece años.
Entonces me mira y se queda pensativa y me dice que no le dan las cuentas porque imagina que tengo treinta años más o menos, me sonrío y le digo que en realidad tengo 49 a lo que se queda helada porque no los aparento para nada.
Bien, rápidamente siempre esgrimo la misma teoría: la genética y una vida sin hijos me mantienen joven en lo que concuerda totalmente y con rostro destruido me confiesa que tiene un niño.
Y no es mía la vieja teoría esotérica sobre los vampiros energéticos, por alguna parte tengo un artículo a medio terminar sobre ello y de estos seres que chupan la energía nuestros hijos son los reyes. Observen a su alrededor por la calle, centros de comercio, transportes, etc. E inevitablemente verán a padres siendo atacados sicológicamente por estos pequeños parásitos que todo el tiempo requieren atención y reclaman de esta el 200%.
¿Qué sucede?
Los niños están aprendiendo a ser personas desde que tienen sus primeros contactos con este asqueroso mundo y lo primero que aprenden o nacen con ello, la verdad no lo sé, es la manipulación afectiva. Esto conlleva a que siempre tendrán una propensión a utilizarnos por medio del chantaje para lograr los más descabellados objetivos en procura de su pequeño y malicioso concepto de la felicidad. Porque un niño es un glotón, un gordo insaciable que quiere devorar todo el tiempo momentos de sublime e imperecedera alegría. Y nosotros muy pelotudos casi siempre procuramos que la consigan.
Hace una semana me reencontré con varios familiares en el cumpleaños de una querida prima segunda, estaban sus hijos, sus sobrinos y su nieto. Dos hermosos niños de poco más de dos años pelearon, gritaron y lloraron gran parte del tiempo y hasta todo a la vez en determinados instantes. Unos momentos antes me habían preguntado si pensaba casarme y tener hijos.
Cuando la tormenta de estos pequeños demonios de bolsillo arreciaba se los señalé y les dije que por eso no quería tener hijos a lo que uno de las madres me aconsejó que nunca lo haga. ¿?.
Y vamos a quebrar una lanza por aquellos niños especiales, casi anormales que son diferentes, yo fui uno de esos gracias a la férrea disciplina de mi vieja que se contradecía con la absoluta negligencia de mi más querido padre. Por supuesto.
Mi madre tenía una norma muy sencilla, me decía las cosas una sola vez y si amenazaba cumplía. Por ejemplo, me decía: “que si no me quedaba quietito iba a cobrar” y “Cobrar” no significaba ir al cajero automático sino que me pateaba el culo. En conclusión; me transformé en un pequeño niño sometido al terror materno pero un orgullo para mis padres en todos los lugares a los que me llevaba porque nunca les hice pasar vergüenza.
Por otro lado tampoco nací hiperquinético como la mayoría de los niños de hoy. ¿Comerán demasiada azúcar?
En conclusión ya sé que la especie humana necesita reproducirse pero le dejo a mis semejantes la responsabilidad de hacerlo, la enorme felicidad de criar un pelotilla y dejarlo ir de casa a eso de los cuarenta años si es que no nos trae a sus propios hijos para que les demos una mano, también prefiero ver a padres amorosos llevando sus niños al parque, al hospital o a la escuela pero no ser yo el pobre desperdicio de ser humano que ve los mejores años de su vida chupados por una sanguijuela que tiene la función de perpetuar nuestra genética y llevarnos a la tumba desde que era espermatozoide.
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