Omnibus en Montevideo
Por: Darío Valle Risoto
Viajar en colectivo se está transformando en un acto de corresponsalía de guerra para quién suscribe, desde luego que lo hago por no tener otra alternativa y entonces me tengo que cruzar a diario con todo tipo de especímenes a saber:
Ayer nomás un anormal iba sentado en los escalones que dan a la puerta de atrás, por lo que tuve que bajar tratando de no pisarlo, cosa que me gustaría pero todo sea por la paz, el tipo ni se inmutó y apenas miró para arriba, hacia mí cuando le pegué en la cabeza con mi mochila que por cierto llevo en la mano cuando viajo en colectivo y no colgada como la mayoría de mis solidarios semejantes.
Los vendedores ya sabemos que desde hace ya años frente a la creciente pérdida del habla se limitan en su gran mayoría a proferir sonidos guturales y nos tiran toda suerte de porquerías en la falda o nos la ponen encima de nuestros regazos cual si fuera un favor y pobre de aquel que se las devuelva.
___No gracias.
___Te dije que no, gracias.
___¡Pedazo de un imbécil!, ¡Te dije que no quiero estas galletitas de mierda que manoseó todo el mundo!.
También encontramos al marginal que nos cuenta una terrible historia de muchos hijos, desempleo y aberrantes anécdotas de crimen, violación y ex drogadicciones que van de la pasta base a sobredósis de toda suerte de sustancias.
___Y que dios les de el doble de lo que ustedes me dan a mi.
___¿Y porqué no le piden directamente a él y se evitan un intermediario?
Lo peor son esos hermosos niños que gritan canciones de Vicentico, La Vela o cualquier paupérrimo intérprete a toda voz y no pegando una sola puta nota, creo que la gente les da dinero para que bajen rápido y no porque sean necesitados. De eso se debe tratar... supongo.
Los nerviosos que escuchan música tropical en sus reproductores MP3 y tabletean con los dedos o las manos en todo fierro y pasamanos, asiento o cabeza de pasajero del vehículo.
___¿Qué te pasa enfermito?. Si te gusta el tambor ¿porque no te metés en una banda de candomberos y te dejas de joder?
La clásica vieja hecha pedazos que sube al ómnibus lleno, portando todo tipo de bolsos llenos de cualquier cosa al pedo y nos pega, pisa, empuja. Siempre me he preguntado si tienen miedo de no volver a entrar en sus casas u olvidar su dirección y por eso andan cual caracoles cargando sus viviendas encima.
___Señora... tome el asiento.
___mmmmm.
Nada ni un miserable gracias o una mínima sonrisa, la vieja se sienta y ni nos mira tal como si hubiera sido una obligación donarle el maldito asiento.
Las gordas elefantiásicas que ocupan un asiento y medio y todavía ¡Se sientan!, siempre aplastando a alguien contra la ventanilla o dejándonos medio culo afuera si nos toca el corredor, también no son menos los tipos que deben de sufrir inflamación testicular porque encime de ser barrigones se sientan con las piernas abiertas como si estuvieran solos en el jardín de su casa.
Los inspectores que despiertan al trabajador dormido y sin embargo no le piden el boleto a las pibas lindas, los mismos inspectores que nos rompen los oídos pegando con una moneda en la ventanilla para que los boludos que no se corren al final del vehículo se despierten y lo hagan mientras por el frente se meten personas tal cual se arma un embutido.
Los gansos y gansas que siempre se bajan por adelante aún teniendo la puerta trasera más cerca solo para joder a los que van a subir y los que suben sin mirar que los susodichos idiotas están por bajar.
Hay mucho más de la fauna que puebla nuestro mundo colectivo, gente que sin respeto alguno viaja a las trompadas, pisotones y empujones por la vida como si en el destino les deparara algo mejor, también están los funcionarios del transporte cada vez más animalizados, peores guardas y dementes conductores que frenan donde no deben, arrancan antes de tiempo y escuchan infames temas de cumbia a todo trapo.
Bueno los dejo porque creo que viene mi ómnibus...
Este artículo se publico originalmente en el Diccionario del Diablo
Por: Darío Valle Risoto
Viajar en colectivo se está transformando en un acto de corresponsalía de guerra para quién suscribe, desde luego que lo hago por no tener otra alternativa y entonces me tengo que cruzar a diario con todo tipo de especímenes a saber:
Ayer nomás un anormal iba sentado en los escalones que dan a la puerta de atrás, por lo que tuve que bajar tratando de no pisarlo, cosa que me gustaría pero todo sea por la paz, el tipo ni se inmutó y apenas miró para arriba, hacia mí cuando le pegué en la cabeza con mi mochila que por cierto llevo en la mano cuando viajo en colectivo y no colgada como la mayoría de mis solidarios semejantes.
Los vendedores ya sabemos que desde hace ya años frente a la creciente pérdida del habla se limitan en su gran mayoría a proferir sonidos guturales y nos tiran toda suerte de porquerías en la falda o nos la ponen encima de nuestros regazos cual si fuera un favor y pobre de aquel que se las devuelva.
___No gracias.
___Te dije que no, gracias.
___¡Pedazo de un imbécil!, ¡Te dije que no quiero estas galletitas de mierda que manoseó todo el mundo!.
También encontramos al marginal que nos cuenta una terrible historia de muchos hijos, desempleo y aberrantes anécdotas de crimen, violación y ex drogadicciones que van de la pasta base a sobredósis de toda suerte de sustancias.
___Y que dios les de el doble de lo que ustedes me dan a mi.
___¿Y porqué no le piden directamente a él y se evitan un intermediario?
Lo peor son esos hermosos niños que gritan canciones de Vicentico, La Vela o cualquier paupérrimo intérprete a toda voz y no pegando una sola puta nota, creo que la gente les da dinero para que bajen rápido y no porque sean necesitados. De eso se debe tratar... supongo.
Los nerviosos que escuchan música tropical en sus reproductores MP3 y tabletean con los dedos o las manos en todo fierro y pasamanos, asiento o cabeza de pasajero del vehículo.
___¿Qué te pasa enfermito?. Si te gusta el tambor ¿porque no te metés en una banda de candomberos y te dejas de joder?
La clásica vieja hecha pedazos que sube al ómnibus lleno, portando todo tipo de bolsos llenos de cualquier cosa al pedo y nos pega, pisa, empuja. Siempre me he preguntado si tienen miedo de no volver a entrar en sus casas u olvidar su dirección y por eso andan cual caracoles cargando sus viviendas encima.
___Señora... tome el asiento.
___mmmmm.
Nada ni un miserable gracias o una mínima sonrisa, la vieja se sienta y ni nos mira tal como si hubiera sido una obligación donarle el maldito asiento.
Las gordas elefantiásicas que ocupan un asiento y medio y todavía ¡Se sientan!, siempre aplastando a alguien contra la ventanilla o dejándonos medio culo afuera si nos toca el corredor, también no son menos los tipos que deben de sufrir inflamación testicular porque encime de ser barrigones se sientan con las piernas abiertas como si estuvieran solos en el jardín de su casa.
Los inspectores que despiertan al trabajador dormido y sin embargo no le piden el boleto a las pibas lindas, los mismos inspectores que nos rompen los oídos pegando con una moneda en la ventanilla para que los boludos que no se corren al final del vehículo se despierten y lo hagan mientras por el frente se meten personas tal cual se arma un embutido.
Los gansos y gansas que siempre se bajan por adelante aún teniendo la puerta trasera más cerca solo para joder a los que van a subir y los que suben sin mirar que los susodichos idiotas están por bajar.
Hay mucho más de la fauna que puebla nuestro mundo colectivo, gente que sin respeto alguno viaja a las trompadas, pisotones y empujones por la vida como si en el destino les deparara algo mejor, también están los funcionarios del transporte cada vez más animalizados, peores guardas y dementes conductores que frenan donde no deben, arrancan antes de tiempo y escuchan infames temas de cumbia a todo trapo.
Bueno los dejo porque creo que viene mi ómnibus...
Este artículo se publico originalmente en el Diccionario del Diablo
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