La moda más vieja del mundo
Por: Darío Valle Risoto
Los que pueden pagar van al sicólogo, los pobres a la Macumba, otros ricos y/o pobres se meten a Pare de Sufrir, el Cristo descalzo o conversan con su sacerdote preferido en la iglesia de su gusto y ganas.
Estamos todos locos hace tiempo pero parece que hay que luchar a diario para conservar la cordura, esa especie de señal digital que nos pone en línea con lo verdadero, lo sólido, lo auténtico, en contra de esa imaginación que nos caga a miedos y mentiras... pero, a ver... No es tan así.
Veamos a nuestro alrededor, la estética de la gente que nos rodea principalmente se maneja dentro de tres o cuatro parámetros: Los Planchas, los Emos y todos los demás. También están los uniformados como policías, guardias de seguridad, carteros, enfermeros, empleados de supermercados, etc.
Bárbaro, cada uno juega su rol en la sociedad y allá la va llevando cargando su manojo de neurosis múltiples, ataques de pánico y sus frescas adicciones.
Nadie es anónimo y sin embargo todos lo somos, cualquier acto de locura probablemente sea bajo el impulso de querer ser famoso, alguien más o en el peor de los casos para escapar de nuestro agobiante mundo cotidiano. Siempre me parecieron extraños esos locos asimilados por nuestra ciudad que andan cargando su mugre, hablando solos y tal vez gritando frases bíblicas en alguna esquina de Montevideo. En mi barrio hay un loquito que con un palito como micrófono se pone a cantar canciones melódicas como si fuera Ricardo Montaner. ¡Que bueno!.
En este caso me refiero a los diferentes roles que ejercitamos en lo cotidiano y nos hace vernos a nosotros mismos y frente a los demás, como determinada persona que ocupa determinado su lugar en la sociedad. Por ejemplo: la encargada de sección de un comercio puede desacreditar al cadete que se equivocó y denigrarlo tratándolo de estúpido, pero si este se comporta tal cual y por ejemplo: se desnudara y corriera pateando melones por el supermercado: ¿acaso no le estaría dando la razón?, Sin embargo probablemente termine sin trabajo o en un psiquiátrico.
Por otra parte vemos que hay gente que ocupa gran parte de su vida en trabajos y profesiones absolutamente al re-pedo y sin embargo gozan de cierto prestigio social: ¿El Toto Da Silveira que hace más de treinta años que comenta fútbol, está bien de la cabeza?.
Este hombre se ha pasado la mayoría de las horas de su vida comentando un deporte y me arriesgo a decir que en el primer año agotó todas las posibilidades que existen sobre la forma de ver a veintidós tipos corriendo detrás de un balón. Sin embargo nadie vería al Toto como loco, pero está de la chaveta.
Así y este es solo un ejemplo, bastará asomarse a los diversos medios de comunicación para ver a diferentes clases de hombres y mujeres absolutamente enfermos de la cabeza manejarse como autoridades en tal o cual rubro.
Hay un infame programa de radio en Fm Futura, hace diecisiete o más años que se mantiene al aire con gran rating en su horario, dicho programa se basa esencialmente en entretener a la audiencia escuchándose a sí misma, mientras continuamente se pincha en la transmisión toda suerte de ruidos y frases más o menos ocurrentes... hasta el hartazgo. ¿Eso no es locura? Digo escucharse a si misma porque el conductor se encarga de mantener la atención en historias tan idiotas y livianamente cómicas que cada vez que lo escucho me da un ataque de vergüenza ajena. Sin embargo el conductor es querido por una audiencia masiva ¿Por qué?, No, por nada, solo por dejarles decir idioteces al aire.
Mujica es uno de los futuros candidatos de uno de los partidos tradicionales (Frente amplio) y está más de la chaveta que cualquiera, sin embargo es un líder de opinión diga lo que diga, no importa, puede insultar, mandar a cagar a un periodista o hundir al país con una exaltada frase rimbombante. Si estos hombres andan bien de la azotea... Usted no se preocupe, cuando le digan que está loco o loca, recuerde estos ejemplos.
Me olvidaba de nuestra ministra del Interior, pero para que seguirla...
Por: Darío Valle Risoto
Los que pueden pagar van al sicólogo, los pobres a la Macumba, otros ricos y/o pobres se meten a Pare de Sufrir, el Cristo descalzo o conversan con su sacerdote preferido en la iglesia de su gusto y ganas.
Estamos todos locos hace tiempo pero parece que hay que luchar a diario para conservar la cordura, esa especie de señal digital que nos pone en línea con lo verdadero, lo sólido, lo auténtico, en contra de esa imaginación que nos caga a miedos y mentiras... pero, a ver... No es tan así.
Veamos a nuestro alrededor, la estética de la gente que nos rodea principalmente se maneja dentro de tres o cuatro parámetros: Los Planchas, los Emos y todos los demás. También están los uniformados como policías, guardias de seguridad, carteros, enfermeros, empleados de supermercados, etc.
Bárbaro, cada uno juega su rol en la sociedad y allá la va llevando cargando su manojo de neurosis múltiples, ataques de pánico y sus frescas adicciones.
Nadie es anónimo y sin embargo todos lo somos, cualquier acto de locura probablemente sea bajo el impulso de querer ser famoso, alguien más o en el peor de los casos para escapar de nuestro agobiante mundo cotidiano. Siempre me parecieron extraños esos locos asimilados por nuestra ciudad que andan cargando su mugre, hablando solos y tal vez gritando frases bíblicas en alguna esquina de Montevideo. En mi barrio hay un loquito que con un palito como micrófono se pone a cantar canciones melódicas como si fuera Ricardo Montaner. ¡Que bueno!.
En este caso me refiero a los diferentes roles que ejercitamos en lo cotidiano y nos hace vernos a nosotros mismos y frente a los demás, como determinada persona que ocupa determinado su lugar en la sociedad. Por ejemplo: la encargada de sección de un comercio puede desacreditar al cadete que se equivocó y denigrarlo tratándolo de estúpido, pero si este se comporta tal cual y por ejemplo: se desnudara y corriera pateando melones por el supermercado: ¿acaso no le estaría dando la razón?, Sin embargo probablemente termine sin trabajo o en un psiquiátrico.
Por otra parte vemos que hay gente que ocupa gran parte de su vida en trabajos y profesiones absolutamente al re-pedo y sin embargo gozan de cierto prestigio social: ¿El Toto Da Silveira que hace más de treinta años que comenta fútbol, está bien de la cabeza?.
Este hombre se ha pasado la mayoría de las horas de su vida comentando un deporte y me arriesgo a decir que en el primer año agotó todas las posibilidades que existen sobre la forma de ver a veintidós tipos corriendo detrás de un balón. Sin embargo nadie vería al Toto como loco, pero está de la chaveta.
Así y este es solo un ejemplo, bastará asomarse a los diversos medios de comunicación para ver a diferentes clases de hombres y mujeres absolutamente enfermos de la cabeza manejarse como autoridades en tal o cual rubro.
Hay un infame programa de radio en Fm Futura, hace diecisiete o más años que se mantiene al aire con gran rating en su horario, dicho programa se basa esencialmente en entretener a la audiencia escuchándose a sí misma, mientras continuamente se pincha en la transmisión toda suerte de ruidos y frases más o menos ocurrentes... hasta el hartazgo. ¿Eso no es locura? Digo escucharse a si misma porque el conductor se encarga de mantener la atención en historias tan idiotas y livianamente cómicas que cada vez que lo escucho me da un ataque de vergüenza ajena. Sin embargo el conductor es querido por una audiencia masiva ¿Por qué?, No, por nada, solo por dejarles decir idioteces al aire.
Mujica es uno de los futuros candidatos de uno de los partidos tradicionales (Frente amplio) y está más de la chaveta que cualquiera, sin embargo es un líder de opinión diga lo que diga, no importa, puede insultar, mandar a cagar a un periodista o hundir al país con una exaltada frase rimbombante. Si estos hombres andan bien de la azotea... Usted no se preocupe, cuando le digan que está loco o loca, recuerde estos ejemplos.
Me olvidaba de nuestra ministra del Interior, pero para que seguirla...
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