Por: Darío Valle Risoto
Hacía un largo rato que una gran cantidad de obreros se habían convocado frente a una de las sucursales de la empresa, apostados con pancartas y gritando sus consignas denunciaban la explotación de esta familia vieja y oligárquica del Uruguay.
En determinado momento el hijo del dueño que era el director de ese local, salió airado a enfrentar a los obreros que detenían el tránsito repartiendo volantes y hacían suficiente ruido como para llamar la atención de todos los que llegaran a esa parte de la ciudad vieja.
Y para el asombro de todos cruzó la calle y mirándolos de frente les amonestó con que estaban enlodando el prestigio de su padre que era un buen hombre.
Entonces uno de los más jóvenes de la fábrica, un chico del interior que era conocido por ser tímido pero muy trabajador sacó un papel del bolsillo trasero de su pantalón y se lo puso delante de los ojos a este hombre que vestido de traje impecable y con la clásica soberbia de la clase dirigente no tuvo más remedio que leer.
__ ¡Miré, esto es lo que gano por mes! , ¿Usted podría vivir con esto treinta días sin morirse de hambre?
Y en ese momento el tipo dio media vuelta y regresó a la empresa, un par de horas después todos se retiraron.
Esto que les cuento sucedió de verdad durante el gran conflicto gráfico de 1985 en los talleres Barreiro y Ramos, me lo contaron porque ese día no fui a la movilización frente a la librería central de la empresa en la calle 25 de Mayo.
Y siempre me vendrá a la mente esta anécdota donde un humilde muchacho tuvo la enorme actitud de enfrentarse a los poderosos con la gran prueba de la verdad mientras que otros trataban de ser “políticamente correctos” y hasta tener una forma bastante pacífica de protesta cuando en realidad no hay peor violencia que la explotación.
En determinado momento el hijo del dueño que era el director de ese local, salió airado a enfrentar a los obreros que detenían el tránsito repartiendo volantes y hacían suficiente ruido como para llamar la atención de todos los que llegaran a esa parte de la ciudad vieja.
Y para el asombro de todos cruzó la calle y mirándolos de frente les amonestó con que estaban enlodando el prestigio de su padre que era un buen hombre.
Entonces uno de los más jóvenes de la fábrica, un chico del interior que era conocido por ser tímido pero muy trabajador sacó un papel del bolsillo trasero de su pantalón y se lo puso delante de los ojos a este hombre que vestido de traje impecable y con la clásica soberbia de la clase dirigente no tuvo más remedio que leer.
__ ¡Miré, esto es lo que gano por mes! , ¿Usted podría vivir con esto treinta días sin morirse de hambre?
Y en ese momento el tipo dio media vuelta y regresó a la empresa, un par de horas después todos se retiraron.
Esto que les cuento sucedió de verdad durante el gran conflicto gráfico de 1985 en los talleres Barreiro y Ramos, me lo contaron porque ese día no fui a la movilización frente a la librería central de la empresa en la calle 25 de Mayo.
Y siempre me vendrá a la mente esta anécdota donde un humilde muchacho tuvo la enorme actitud de enfrentarse a los poderosos con la gran prueba de la verdad mientras que otros trataban de ser “políticamente correctos” y hasta tener una forma bastante pacífica de protesta cuando en realidad no hay peor violencia que la explotación.
Y hoy se me dice que han cambiado los tiempos y si bien estos últimos gobiernos han reactivado los consejos de salarios, aún queda mucho por conquistar hasta la victoria final que no dudo en afirmar que debe ser el ocaso definitivo de la explotación del hombre por el hombre.
Pero hay un chiste que dice que el capitalismo es: “La explotación del hombre por el hombre” mientras que el socialismo es exactamente al revés. Porque el oscuro espejismo del comunismo ha demostrado que no hay peores formas de injusticia que aquellas que vienen dirigidas por los iluminados de la dictadura del proletariado.
Y ayer aplaudían en la facultad de medicina a Chávez olvidándose que es un militar y como tal forma parte de una clase que tradicionalmente ha existido como apoyo de los explotadores por medio de las armas y que no podemos ser tan ingenuos en aceptar que alguien tenga la potestad por si mismo de saber lo que es bueno o malo para su pueblo.
¿Y que pasa cuando se equivoca?
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