Thursday, March 19, 2009

El Campamento (Cuento)

EL CAMPAMENTO
Por: Darío Valle Risoto

Era la primera vez que Darío se iba de campamento, no muy lejos, al cerro Pan de azúcar en Piriápolis, fue con “El sapo” y Luis, dos compañeros de la fabrica. Casi sin darse cuenta se encontró a sí mismo en medio de un monte haciendo el fuego mientras los otros se fueron a cazar, le gustaba el olor a “naturaleza”, era primavera y no hacía mucho calor, no bien habían llegado y luego de armar la carpa, le dejaron a cargo de hacer un fuego, eran las cinco de la tarde.

En realidad no era muy amigo de ninguno de ellos, casi de casualidad salió el convite y se tomaron el ómnibus juntos, Darío le había dicho extremadamente agitado a su madre que se iba de camping a lo que doña Alba solo respondió: “Abrígate que de noche refresca mucho”.

Veintiocho años y era la primera vez, un Robinson Crusoe a cargo del fuego, bueno, no tanto, el náufrago no contaba con estos dos cazadores que con sus chumberas salieron a buscar..., a buscar...
Miró al costado, por suerte también le habían dejado otra escopeta de aire comprimido, como el fuego estaba levantando bien y había hecho buen acopio de ramas se quedó viendo caer la tarde, aburrido pero contento. Si es que es posible.

Tomó el arma y era pesada, abrió la parte central y metió la munición, luego hizo presión para que quedara pronta al hacer fuerza tras jalarla como se debe. Estaba cargada.
Probó con un árbol, le tiró pero era imposible ver si le había pegado. Un pájaro cantaba desde alguna de las ramas, estaba próximo y se escuchaba muy cerca.
Ni Luis ni el Sapo daban señales de aproximarse, comió uno de los sándwichs de mortadela, si solo se hubiera acordado de comprar queso. Disparó de nuevo al árbol.
Silencio.

Algo había caído desde una rama.
___¡No puede ser!
Dio largas zancadas hasta el pie del mismo y allí estaba un pájaro con el pecho enrojecido, lo levantó entre las manos, era cálido y sumamente frágil. Estaba muerto. Lo enterró bajo el mismo árbol en un hoyo hecho con sus manos.
Un buen rato después cuando la noche había caído llegaron sus amigos, traían la caza, un montón de cotorras verdes y un Apereá.

Era la primera vez que veía uno, era como una especie de hámster pero más grande y con aspecto de roedor simpático, lo traían atado.
___¿Por qué no lo sueltan?
___¿Vos estás loco?, ¡Son riquísimos!
___¿Pero si trajimos asado y los sándwichs?
___¿Y vos que hicistes mientras nos esperabas?
Darío miró la escopeta de chumbos, al Sapo y a Luis.
___¿A cuanto queda la carretera?
___Un kilómetro más o menos.
Darío tomó la linterna, su mochila y se fue silenciosamente.

FIN
(Inspirado en una historia real)

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